A nadie se le oculta que el progresismo mundial se está ensañando con Iberoamérica. Por ejemplo, toda la cultura de la muerte tiene a Iberoamérica como su principal objetivo: se trata de introducir el aborto, quirúrgico y químico, las clínicas FIV, base previa para la manipulación de embriones, el matrimonio homosexual y los derechos del llamado tercer sexo, las esterilizaciones masivas e impuestas, el chantaje de ofrecer ayuda internacional a cambio de programas de planificación familiar (y todos sabemos lo que significa eso, ¿verdad?).

 

La llegada de Kirchner al poder ha servido para relanzar el viejo progresismo, que en la Argentina es menos cursi que en Europa, por lo que va unido al montonerismo de izquierda revolucionario.

 

 

Hasta hace dos semanas, lo políticamente correcto era el retroprogresismo de Kirchner. Con la multitudinaria manifestación, ahora las cosas han cambiado. En la Argentina la derecha, tímidamente, comienza recuperar la calle. Todo ocurrió tras el asesinato del joven Axel Blumberg, víctima de los llamados secuestros- express. Y lo que mencionó y ha hecho recapacitar al pueblo argentino (como si de una nueva película de Mel Gibson se tratara) fue la actitud del padre de este hijo único, Juan Carlos Blumberg, que ha tenido una doble reacción: la primera, la de perdonar a los asesinos de su hijo; la segunda, su anuncio de luchar para que no haya más delincuencia en la Argentina, para que a otros padres no les arrebaten a sus hijos.

 

Pues bien, algunos hablan de 100.000, otros de 150.000 argentinos, que se lanzaron a la calle pidiendo paz. Kirchner, otro político más que demagogo, comenzó haciendo rodar cabezas entre mandos políticos y policiales (se sospecha que las fuerzas de seguridad podrían estar implicadas), pero acabó haciendo caso a lo que denuncian algunos miembros de la izquierda peronista que dirige, algo muy grave: muchos manifestantes llevaban corbata. Es más, un colega argentino está dispuesto a apostar conmigo a que el apellido, que rige alemán, convertirá a Juan Carlos Blumberg, tras agudas investigaciones periodísticas, en hijo descendiente de algún nazi refugiado en la zona.

 

Es igual, Kirchner sigue enamorado, no del esquema Blumberg, sino del de Hebé de Bonafini, esa mujer feroz a la que hace referencia la primera Carta al Director que publicamos hoy, firmada por Hugo Esteban, dedicada a comparar a ambos personajes.

 

Y es que ha llegado el momento de hacer un parón semántico. Porque lo contrario del progresismo no es el liberalismo, sino la tradición, término que, como evoca lo que no se quiere oír, algunos prefieren cambiarlo por lo de "creer en valores". Bueno, los conceptos son más importantes que los términos. Lo digo porque les voy a pedir que lean el comentario de Noticias Globales que aparece a continuación: no tiene desperdicio. 

 

Eulogio López