Por otra parte, Naciones Unidas ha declarado situación de "hambruna" en dos regiones del sur de Somalia, el epicentro de la crisis humanitaria que se ha producido por el prolongado conflicto bélico en el país y a una sequía que dura más de tres años. La guerra civil y la ausencia de lluvias, ha llevado a 12 millones de personas de Kenia, Somalia y Etiopía a una crisis humanitaria que está poniendo en peligro la supervivencia de una generación entera, con la vida de dos millones de niños que se encuentran en riesgo de muerte.
Según los datos de la ONU, cerca de la mitad de la población de Somalia, unos 3,7 millones de habitantes, están padeciendo los efectos de la hambruna. Una tragedia que, en el campo de refugiados de Dadaab, se traduce en una avalancha de seres humanos que huyen de la catástrofe y llegan a un supuesto lugar de cobijo donde los escasos recursos no garantizan sus necesidades básicas.
Los somalíes que huyen tardan unos 30 días, andando por el desierto, expuestos a la sequía y a la violencia de las milicias de Al Shabah que controlan la parte meridional del país. La ausencia de una red humanitaria ha llevado a una auténtica tragedia que está dejando estampas desoladoras en el Cuerno de África. Los niveles de malnutrición, entre los niños, superan el 30%. Una de cada dos personas mueren al día por cada 10.000 habitantes y la zona afectada no tiene acceso a los alimentos básicos para sobrevivir.
Para ser solidario hay que tomar una firme y tenaz determinación; no ceder ante las exigencias del bien común, es decir, el bien de todos, para que seamos solidarios con toda la Humanidad y, de modo especial, con los mortales más necesitados del Cuerno de África, los refugiados de Somalia, Níger, Malí, Mauritania, Burkina Faso, Chad, Kenia y Etiopía.
Clemente Ferrer
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