La Madre Teresa de Calcuta está viva, diez años después de su muerte. Su mensaje y labor empapan los corazones y mentes de millones de seres humanos: vida de oración, sencillez y humilde trabajo de amor en el servicio gratuito y sin reservas a los más pobres y desvalidos, con independencia de su nacionalidad, casta y credo; total dependencia de la Divina Providencia para todas las necesidades y las de las personas bajo los cuidados de las Misioneras de la Caridad.

Pobres y ricos a lo largo del mundo continúan compartiendo los dones de amor con los pobres. Su tumba atrae gente de todo el mundo y de toda condición social: "ricos y pobres, jóvenes y mayores, educados o no, sanos y enfermos, con religión o sin ella", afirma la superiora de las Misioneras de la Caridad.

¿Qué tiene la Madre Teresa para lograr tal atracción universal? Fe heroica, llena de esperanza y amor. Inquebrantable confianza en un Dios amante, rendición con alegría, sin importarle lo que le costase. Y es que la santidad tiene que ver más "con obediencia que con sentimientos espirituales", dice Michael Gerson, columnista de diario The Washington Post. 

Clemente Ferrer Roselló

clementeferrer@yahoo.es