Rechacen cualquier tontuna sociológica: esta es la clave del mundo moderno. Nuestro austriaco, en lugar de ahogar su pena en cerveza, como haría todo compatriota decente, era tan bueno, tan sensible que, con tal de que no le vieran hundirse, decidió cargarse a padres, esposa, hija y suegro (lo del suegro despierta mis sospechas detectivescas, pero dejémoslo. Al parecer, nuestro hombre no quería ser amado, sino admirado

Esto debe ser lo que llaman buenismo: Antes la muerte que el dolor, e incluso el dolor psíquico bestial- de verme, no sufrir por una patología incurable, sino de verme arruinado, despreciado por el mundo, el más pavoroso panorama para la progresía, para la modernidad. Por eso, para que no me vean en tal tesitura, lo mejor es que dejen de ver, de mirar, e sentir y de penar. Me los cargo.

Son muchos los escritores que concluyen en la misma línea. El concepto más manipulado del mundo moderno es la libertad. Se equivocan, el concepto más manipulado del mundo moderno es el amor. Y no porque muchos piensen que amor es eso que empieza y termina en la cama, sino por algo mucho más grave, incluso más indecente: porque no entienden que le amor es entrega a los demás, no la cursilería de los sentimientos que van y vienen, que nacen y mueren, y que obligaron, por bondad, a nuestro amante austriaco a llevarse por delante a todos los suyos, suegro incluido.

Eulogio López