Para demostrar que el Islam es una religión pacífica, y no como afirma Benedicto XVI, los musulmanes ya han asesinado a una religiosa católica y a su guardaespaldas en Senegal, mientras en Indonesia se anuncian tres ejecuciones de cristianos. Paquistán y Bangladesh son otros dos países musulmanes donde los cristianos, especialmente los católicos, están perseguidos, en los tribunales y en la calle. Lo mismo ocurre en varios emiratos del Golfo y en Arabia Saudí, ese gran amigo de Occidente donde no es que esté prohibido abrir iglesias: es que poseer una Biblia puede llevarte la tortura, e incluso a la muerte.
Para demostrar que el Islam no es violento, Al Qaeda, división iraquí, amenaza con atacar al Vaticano (el país más frágil e inerme del mundo), mientras el rey de Marruecos Mohamed VI, ese príncipe de la libertades exige a Su Santidad respeto para todas las religiones.
Es todo como de coña, pero insisto : el problema no está en el Islam. El Islam es una sociedad sin libertad y con una justicia social desconocida. Doctrinalmente, es una mera caricatura, de modos externos, sin conversión interior, de la doctrina cristiana, a la que Hilaire Belloc consideraba una herejía del Cristianismo. No concibe el amor como raíz de la relación entre el hombre y Dios, razón por la que, conviene repetirlo continuamente, para e creyente musulmán calificar a Dios como padre constituye una blasfemia.
Si no fuera por su alianza con el Estado, sencillamente el Islam no habría sobrevivido. Por eso, para el Islam, la teocracia no es una opción, sino una necesidad ineludible para subsistir.
Pero insisto, toda esta ópera bufa, y sangrienta, no radica en el Islam. El problema es que es la progresía occidental, esa que ha mantenido un ominoso silencio ante la feroz represión al Papa, más que nada porque está feliz de que los musulmanes hagan el trabajo sucio de perseguir, reprimir y, de vez en vez, asesinar a cristianos, especialmente a instituciones católicas ortodoxas. Aquí opera el viejo principio de Lenin: hay que eliminar a los sacerdotes fieles, a los infieles o laxos hay que mimarlos porque son colaboradores muy eficaces de la causa revolucionaria. Era listo, Vladimir Illich Ulianov. Un gangster, sí, pero muy listo.
No, el enemigo de Occidente está en sus propias tripas. Toda su táctica la tienen resumida en la edición del martes 19 del diario El País, en la página del ínclito Juan Bedoya (se ruega no hacer rimas fáciles con su apellido), que consulta a varias lumbreras teológicas. Todas ellas concluyen en que el error del Papa consiste en defender que el Cristianismo es superior a otros credos. La verdad es que a todos ellos, el resto de los credos, y en especial, el Islam, les parecen tontunas prescindibles, pero si se trata de golpear al Papa, entonces el Islam se convierte en una filosofía de lo más respetable. Al teólogo progre todas la religiones le provocan indiferencia, salvo la suya, la cristiana, que le produce odio.
Pues bien, todo esos sesudos teólogos apuntan al gran objetivo del Nuevo Orden Mundial, cuyos jefes no están en Oriente, sino en Occidente, y ese objetivo es el sincretismo, la religión universal, del Estado universal, donde todas las creencias tienen cabida porque ninguna tiene sentido.
Eso sí, esta vez la manipulación ha sido tan burda, tan primaria, que hasta Zapatero se ha visto obligado a dar marcha atrás. Se ha quedado en tierra de nadie, pero al menos se ha visto obligado a respaldara Benedicto XVI. ¡Cosas veredes, Sancho!
Eulogio López