Sr. Director:
Mientras Juan Pablo II agonizaba, El Periódico de Catalunya hacía trabajar sus rotativas, dándole cancha en el artículo del día (El Periódico, 3-IV-2005) al presidente de la Asociación de Teólogos Juan XXII, el Sr. Miret Magadalena, artículo con el título El futuro del catolicismo.
El artículo, a cuatro columnas, aboga a que una vez terminado el pontificado de Juan Pablo II, es el momento de que la estructura de la Iglesia cambie, adaptándose a los retos de la sociedad actual. Ese adaptarse supone, siempre a juicio del Sr. Miret Magdalena, entrar en una modernización mediante la cual la Iglesia deje de perder adeptos, cosa que por otro lado a su asociación le beneficiaria pues alguna de estas pérdidas quizás pasaran a engrosar sus famélicas filas de teólogos renegados o quizás más bien... ¿heréticos?
Por modernización, entiende el Sr. Miret, que la Iglesia estudie el tema del preservativo en relación con el Sida (a quien escribe le gustaría que el Sr. Miret explicara cómo si la gente no hace caso a la Iglesia y sigue con su promiscuidad y su gomita ¿cómo es que se contagian y además se mueren?), o los matrimonios entre homosexuales, teniendo en cuenta que la homosexualidad es Una realidad que afecta al 8% de la humanidad (¿Pero dónde ha realizado ese estudio estadístico? ¿entre los miembros de la sociedad de teólogos que preside?). Por supuesto, que este teólogo aconseja que la Iglesia se aleje de su defensa de los embriones congelados y se pueda trabajar con células madres que no se destruyen (se debe de referir a las embrionarias, pues de las otras la Iglesia no ha dicho ni esta boca es mía) en pos de hipotéticas soluciones a males incurables. La eutanasia también entra en la línea programática del Sr. Miret, lo cual es razonable (en el momento de escribir su artículo) ante la oportunidad que brinda un Papa agonizante, cabeza de la Iglesia, que anatematiza los postulados de esta asociación de teólogos no católicos, que el Sr. Miret preside.
El Sr. Enrique Miret Magdalena, actual presidente de la Juan XXIII, químico de profesión, seglar, y que suele firmar como «teólogo», es otro anciano con prurito de escribir. En escritos colectivos o en artículos individuales, estos generalmente indigeribles, se ha opuesto a la doctrina oficial de la Iglesia en tod divorcio, aborto, ética sexual, píldora, marxismo, homosexualidad, celibato, Juan Pablo II... Apoyó cuanta manifestación contestataria se produjo y su tesis podría resumirse del siguiente mod la Iglesia ha sido y es un asco y sólo dejará de serlo si deja de ser Iglesia para convertirse en una asamblea sin autoridad ni leyes en la que un vago espiritualismo serviría de nexo a sus miembros.
Si quieren otra iglesia ¿por qué no la fundan ellos? Sólo tienen que morir un viernes y resucitar al domingo siguiente. El futuro de la actual está en las manos de Aquel que la fundó, con el pesar y la condolencia de ciertos teólogos no católicos.
Pedro L. Iglesias Martínez
pedro@famiglesias.com