Cuando Zapatero afirmaba que las medidas adoptadas para afrontar el déficit público no suponían ningún cambio ni bandazo en su política social, había que analizar con atención lo que realmente quería decir.
Porque al margen de sus reiteradas mentiras sobre la crisis y su agresión a los sectores más débiles de la sociedad, su discurso encerraba una verdad: que no había cambiado una coma su proyecto ideológico, el que realmente le interesaba llevar a cabo por encima de las dificultades económicas.
Ese proyecto no era otro que apuntalar el relativismo radical surgido de la revolución del 68, cuyo objetivo era minar el sistema de valores basado en el humanismo cristiano, que dio origen a la civilización occidental. Vistos los comportamientos actuales de la mayoría de los españoles podemos decir que, desgraciadamente, lo ha conseguido.
Jesús D Mez Madrid