En la última página del periódico El País del domingo 12 de septiembre aparece un reportaje, con foto incluida, del Exmo. Sr. Ministro del Interior del Gobierno de España. Tanto el texto como la ilustración son de gran interés.
En la foto se observa al Exmo. Sr. Ministro con una de sus piernas levantada, enseñando plenamente la suela del zapato (sin que ello haga alusión a ningún otro personaje), y dando la sensación de que está practicando el paso militar de la oca, propio del ejército soviético. Sin embargo, lo que realmente acaba de hacer es dar una formidable patada a un balón de fútbol, decorado con estrellas azuladas de cinco puntas. El señor ministro recuerda así sus tiempos como futbolista, profesión que algunos de sus conocedores opinan que no debió de abandonar nunca para cambiarla por la judicatura, y menos aún por la política. Viste un elegante traje en tono azul oscuro y corbata con listas a juego. No se aclara el nombre del diseñador. Tampoco se menciona la marca de la loción ni de la crema hidratante para no pelarse que, en la misma entrevista, dice utilizar habitualmente.
El balón está milimétricamente equidistante (buen trabajo del fotógrafo, y del Ministro) entre la cartera ministerial -depositada como mejor lugar en el césped del campo de fútbol- y la cintura del Sr. Ministro. Su rostro con mirada firme, denota cierto orgullo y satisfacción por la jugada. Parece preguntar: ¿Qué te parece este saque certeramente dirigido contra la cartera ministerial? En la plástica consigue un gran equilibrio.
En sus declaraciones nos informa que su trato con las mujeres ha sido bastante amable y muy igualitario, como no podría ser de otra manera. También nos revela que no es consumidor de santos, lo cual añade tranquilidad, pues sería muy de preocupar que, especialmente, el ministro del Interior tuviera tendencias canibalísticas.
Se declara metrosexual y gorrón eso sí, por necesidad- de las truchas que pescaba Zapatero. No precisa si la pesca era furtiva, pero, en todo caso, cuando hay estado de necesidad, no hay gorroneo, tal como nos aclara con atinado razonamiento de buen jurista. Mi pudor me impide comentar lo de metroxesual.
Sin embargo, las revelaciones más interesantes se refieren a su compañero de pupitre y de otras cosas más. Desvela que desde su más tierna infancia Rodríguez Zapatero ya apuntaba y ya quería ser presidente del Gobierno. Procacidad vocacional que añade todavía más cualidades a la personalidad del presidente y que, sin duda, le está ayudando en sus reflexiones políticas y en sus declaraciones públicas.
El señor ministro manifiesta que, contrariamente al Presidente, su caso no es vocacional. Está ahí, simplemente, porque le va la marcha. Es más, lo que le gustaría es ser ministro de Cultura, lo cual abre gozosas esperanzas sobre la posibilidad de que doña Carmen Calvo sea sustituida. En cualquier caso, debe quedar claro que se siente mejor juez que guitarrista, y no tendría ningún inconveniente en posar para la revista Vogue. ¡Ay!
Puesto que parece que lo de las sesiones fotográficas no ha hecho más que empezar quisiera, humildemente, recomendar a los señores ministros que en próximas fotos aunque sean aficionados- no aparezcan vestidos de toreros: recuerden que el señor Maragall ha prohibido las corridas de toros. Mejor que aparezcan como golfistas.
José Luis Múgica
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