- La cúpula judicial española crea otro caso Ferrín.
- El Supremo no permite que ningún juez proteja a la familia natural: se apunta a la ideología de género y al feminismo radical.
- Y sin Carlos Dívar tampoco hay acuerdo sobre la Presidencia del CGPJ.
- Encima, ningún vocal quiere someterse al mismo escrutinio de gastos al que se forzó al presidente saliente.
- Ahora sí que la imagen de la cúpula judicial salta hecha jirones.
- La sosa reforma de Gallardón aún divide más a la justicia por razones ideológicas.
- No es que cambie nada pero muchos jueces, de izquierda y derecha se encuentran a gusto con la actual equiparación entre asociaciones judiciales y partidos políticos.
Segunda jornada (pasado jueves) para elegir al sucesor del linchado Carlos Dívar y segundo fiasco: no hay acuerdo entre los vocales, cada vez más divididos políticamente entre conservadores y progresistas.
Encima, el linchamiento de Carlos Dívar no ha logrado el propósito de 'limpiar' la imagen de la justicia española. De hecho, todos los vocales, especialmente el verdugo de Dívar, Gómez Benítez, se han negado a que se les aplique el mismo escrutinio indagatorio sobre sus gastos aunque todos están de acuerdo en mejorar el sistema de control, naturalmente.
Ahora sí que la imagen de la justicia española ha quedado hecha jirones.
Especialmente, después de que el Tribunal Supremo se ensañara con el juez Francisco Serrano (en la imagen) -un nuevo caso Fernando Ferrín-, a quien, sencillamente, han expulsado de la carrera judicial (10 años de inhabilitación) por una tontuna. Claro que el Supremo, mucho menos el Constitucional, mucho menos el Consejo General del Poder Judicial, están dispuestos a permitir a un juez que defienda, por ejemplo, la familia natural. La ideología de género se ha convertido en una tiranía.
En ese caldo de cultivo, llega la reforma del ministro Gallardón, bastante anodina y cuya única iniciativa de calado es poner a trabajar a los miembros del CGPJ. Bueno, hay una segunda idea: la de reducir el papel de las asociaciones judiciales en la elección de poder de los jueces.
Y ahí es donde se han plantado. Bajo la excusa de que reduce la independencia judicial (qué tendrá que ver la gimnasia con la magnesia) tanto la conservadora APM como las progresistas Jueces para la Democracia o Francisco de Vitoria, se han plantado y amenazan con boicotear la reforma. Es decir, que el mínimo asomo de despolitización se quedará en nada.
Al final, las tres grandes asociaciones de Jueces quieren seguir siendo partidos políticos encubiertos, que deciden por cuota su poder judicial.
Y el problema de la Justicia no es que esté politizada, todo lo está, sino que sea políticamente sectaria.
Eulogio López
eulogio@hispanidad.com