El PSOE manipula a los medios mucho mejor que el PP
Todavía no se ha escrito la razón del cese encubierto de Luis María Anson como editor, alentador, ideólogo, coordinador y escribano del periódico La Razón. Ni es cierto que el periodista lo solicitara ni que quisiera abandonar las tareas de gestión para dejarlas en manos de Mauricio Casals, efectivamente hombre de su confianza. Anson no dejará ninguna ocupación periodística, salvo con una pistola en la sien, hasta que el médico certifique su defunción y se celebren sus exequias. Lo lleva en los genes. Y también lleva en los genes una serie de convicciones, no muchas, de acuerdo, pero suficientes, sobre las que no está dispuesto a transigir en ningún caso.
No, lo cierto es que Lara se le ha dejado como mero articulista, con su Canela Fina, y se le ha apartado tanto del mando en la redacción como en la gestión: poco pinta ya ni en las ideas ni en las cuentas del Grupo Planeta. Es más, ya no pinta nada en el Comité Editorial de todo el grupo, donde ahora se disputan el asunto Mauricio Casals y el que fuera gran enemigo de Ansón, el consejero delegado de A-3 TV, Maurizio Carlotti. Una lucha entre ‘mauricios', con "c" o con "z", que es dicotomía muy de moda en España.
Ahora bien, no es que "Napo" Carlotti (el apodo se lo puso el propio Ansón, que le calificaba como Napoleón, o Napo, no se sabe si por su estatura o porque es un pelín tirano). No, a Lara le encanta la competencia interna, y estaba feliz de que sus dos espadas, el apolítico Carlotti, cuyo credo más sagrado es el beneficio, y Luis María Anson, un académico e intelectual, anduvieran a la greña. Simplemente, es el Gobierno Tripartito catalán (formado por socialistas, comunistas y republicanos independentistas, para nuestros lectores hispanos) quien exigió a Lara el cese de Anson, especialmente el cese de su influencia ideológica, no sólo en La Razón, sino también en Onda Cero y A-3 TV. El Tripartito que preside Pascual Maragall, incluso llegó al chantaje: o Lara neutralizaba a Anson o se le impondría al editor una cuota de libros editados en catalán. A fin de cuentas, la sede histórica de Planeta ha sido siempre Cataluña. La medida es de difícil encaje constitucional, más bien de nulo encaje, y Lara siempre podría editar fuera de Cataluña, pero en la batalla ideológica o cultural no vence quien elimina al adversario, sino quien amaga con más vehemencia, quien le dobla el pulso, porque casi nunca se llega a batallar en campo abierto. Lara no quería estar enfrentado con el agresivo Gobierno donde radica su sede social y prefirió ofrecerles la cabeza de Anson en una bandeja.
Nunca el Gobierno Aznar se atrevió a tanto con tal de cargarse a un periodista. Además, las manipulaciones de los populares se notaban hasta demasiado. El candidato socialista a las europeas, José Borrell, ha paseado al linchado ex director de Informativos de RTVE al hablar de que la Europa que quiere el Partido Popular es la Europa de Urdaci. Sin embargo, el director de Informativos colocado por los socialistas, el ecologista Fran Llorente, manipula más que Urdaci, sólo que lo hace mucho mejor. Los homenajes a los militares fallecidos en Iraq, o en el Yak-42 que procedía de Afganistán, han rizado el rizo. Y aún ha sido peor la exaltación de la ayuda pública a los damnificados por las inundaciones en República Dominica, unas ayudas escasas y, sobre todo, tardías, pero que han sido vendidas por la televisión pública como si se tratara de un ejemplo de movilización humanitaria. Y respecto al Yak-42 puede decirse lo mismo. Es verdad que el anterior ministro de Defensa, Federico Trillo, fue displicente con los aguerridos familiares de los militares españoles muertos en el Yak-42, pero la utilización de los Reyes en todos los actos presididos por el patriótico ministro de Defensa del PSOE, José Bono, están empezando a llenar todas las parrillas de todos los telediarios.
La operación control de los medios públicos y sojuzgamiento de los privados por el PSOE gobernante, ya ha comenzado: Anson es la primera víctima.
En definitiva, es verdad que los socialistas manipulan más, pero mejor que Urdaci, quien comparado con Llorente resultaba zafio y ordinario.