Ahora que está planteado el debate de los residuos nucleares (cementerios los llaman) en nuestro país y que se da la paradoja que son los ayuntamientos que tienen centrales nucleares en su propio municipio o en municipios próximos los que quieren el cementerio, me parece interesante la siguiente reflexión.
Por encima de las discusiones sobre los orígenes, causas y efectos del calentamiento global de la tierra, debería haber quedado claro en Copenhague que las economías desarrolladas han llegado al final del ciclo de la dependencia de la energía basada en el carbono y que quienes antes se adapten a las nuevas tecnologías, mayores ventajas tendrán a corto y medio plazo para recuperar su competitividad.
En sentido contrario, los países emergentes que anteponen su desarrollo inmediato a la energía de los hidrocarburos sólo porque es aparentemente más barata, se encontrarán tarde o temprano con los problemas que ello conlleva. El acuerdo establece que las reducciones no son obligatorias, pero eso no impide a nadie emprender por su cuenta el camino de una sociedad más limpia y sostenible, incluyendo el uso racional y seguro de la energía nuclear.
La UE (Unión Europea) ha perdido una década en su intento de modernizarse aplicando la agenda de Lisboa y ya no tiene mucho más tiempo para adaptarse al futuro.
Xus D Madrid