Al margen de las numerosas leyes promulgadas por este Gobierno que chocan frontalmente con las concepciones cristianas fundamentales (como el valor de la familia y la protección de la vida) y que, a fin de cuentas, no pasa de ser una legítima (aunque criticable) opción normativa, el zapaterismo ha sido especialmente hostil con cualquier manifestación del sentir religioso de esta naciónEsta actitud va más allá de la aconfesionalidad que caracteriza a nuestro régimen político y a nuestro ordenamiento jurídico. El laicismo o laicidad agresiva que han desarrollado los sucesivos gabinetes del presidente, sobre todo en materia social, educativa y sanitaria, incide de manera inaceptable en ámbitos que pertenecen a la esfera más íntima y privada de las personas, como ha demostrado la feroz persecución contra la objeción de conciencia invocada por determinados profesionales ante prácticas que son contrarias a su fe e incluso a la deontología de su oficio, o el adoctrinamiento que procuran asignaturas como Educación para la Ciudadanía (EpC) o Educación Sexual en detrimento de la sólida formación moral que facilitan a nuestros jóvenes las denostadas clases de Religión. Sin duda han sido dos legislaturas hostiles a los valores humanos y cristianos.
Jesús Domingo