El PSOE vence, pero no convence. El PP se estanca

 

                       

 

En España, y con el 99,13% de los votos escrutados, el PSOE obtiene un 43,33% de los sufragios y 25 diputados frente al 41,27% del Partido Popular, que se queda en los 23 diputados. Dos coaliciones nacionalistas, más o menos independentistas (la de CIU-PNV, la del ERC) se reparten 3 escaños en el Europarlamento y el 7,7% de los votos, mientras los comunistas de Izquierda Unida se quedan en dos diputados y el 4,7% de los votos, es decir por debajo de la frontera psicológica del 5%.

Los resultados imponen la más dura de las tesis: en España se impone el bipartidismo entre el PSOE y el PP, al que sólo "molestan" los nacionalistas. La vicepresidenta del Gobierno español, Teresa Fernández de la Vega, comenzó advirtiendo que el Gobierno no hace valoraciones políticas de los resultados, para terminar afirmando tres cosas: que el PSOE ha ganado las elecciones, que obtiene más diputados que ningún otro partido y que es el único que sube respecto a anteriores elecciones. El día en que esta mujer valore los resultados electorales nos pueden dar las uvas.

Pero el sectarismo habitual de De la Vega no puede esconder que, aunque se trate de elecciones distintas, la comparación más lógica en estos momentos no es con las europeas del 99 sino con las Generales de hace tan sólo tres meses. Y en este caso, ni el Partido Popular ha salido tan malparado como el 11-M ni el PSOE ha vencido con la autoridad de ese día, marcado por lo ocurrido tres jornadas atrás. El PSOE vence, pro no convence, especialmente por lo chapucero que se está mostrando en su gestión de Gobierno, algo que ya empieza a preocupar a muchos entusiastas.

El gran ganador del 13-J ha sido la abstención. En el país más "europeísta" de todo el Continente, 54 de cada 100 españoles decidieron no votar. Es el dato más sobresaliente de todos. No está nada claro a qué se refería José Borrell cuando durante toda la campaña y hasta en la misma jornada electoral hablaba del europeísmo español. Si más de la mitad de los votantes han "pasado" de votar, debemos deducir que el Parlamento Europeo y la Unión Europea les importa un pimiento. Nada tiene que ver el porcentaje de voto de las elecciones al Parlamento Europeo con el de las Elecciones Generales del 14-M o, incluso, con las municipales del 25 de mayo de 2003.

A la luz de estas cifras, España ha dejado de ser europeísta. A los españoles les importó mucho más castigar a Aznar en las Generales que conformar la nueva Europa a la manera democristiana (o así) del Partido Popular Europeo o la manera socialdemócrata, de los socialistas de la UE. Lo de Borrell era una "España imaginaria".