La labor de la Iglesia en Hispanoámerica en los tiempos actuales es abordada en Elefante Blanco, cuya leyenda de su cartel publicitario ("Cuando la fe no basta para salvar vidas hay que actuar") ya nos predispone a que no vamos a ver una película religiosa al uso…
Julián es un sacerdote luchador que trabaja en un macropoblado chabolista de Buenos Aires. Aquejado de un tumor cerebral ha solicitado que se sume a su destino su amigo Nicolás, en quien piensa para sustituirle aunque este último se encuentra deprimido tras sobrevivir a la matanza en el pueblo amazónico donde ejercía como misionero. A pesar de su amistad, Julián y Nicolás, entienden su labor de forma diferente, mientras encaran los innumerables problemas cotidianos derivados del entorno violento donde habitan.
El director de la película, PabloTrapero, ha querido hacer una película de denuncia y transmite con acierto la tensión y el desasosiego diario presente en un lugar tan hostil, en el caso de los sacerdotes el reto de evangelizar a gente marginal, alejada de Dios. A este respecto, Elefante blanco es muy respetuosa cuando muestra la labor social y pastoral que realizan esos hombres a pesar de las debilidades y tentaciones que les acechan. Sin embargo, Trapero hierra penosamente al dar un desarrollo excesivo en la trama a una historia amorosa/sexual entre el sacerdote más joven, Nicolás, y una asistente social. Una subtrama previsible que, además de descentrar del resto del relato, puede herir la sensibilidad del espectador católico por la forma explícita de abordarse.
Este desajuste argumental es más evidente si tenemos en cuenta que la película quiere rendir homenaje a Carlos Múgica un sacerdote argentino, que murió asesinado a balazos en el año 1974 tras ejercer como pastor en el pueblo chabolista de La Villa y cuya jaculatoria más repetida era "Señor, quiero morir por ellos, ayúdame a vivir para ellos".
Para. Los que les interesen las dificultades para ejercer la labor pastoral en zonas marginales