San José es fiesta de precepto en toda la Iglesia universal, pero es fiesta laboral en la católica España. El ciclo de trabajo y descanso esta marcado en nuestra civilización por la religión católica. Por tanto, es obvio que quien quiere aniquilar el cristianismo –por ejemplo, el Nuevo Orden Mundial (NOM)- lo primero que tiene que hacer es declarar laborable toda fiesta religiosa. Ya se ha hecho, en España, con Santiago apóstol, el patrón, ya se ha hecho con el Jueves Santo, con el entusiasta apoyo de la Bolsa de valores, que ya se sabe que tan lejos está del Cristianismo el capitalismo como el socialismo, y ya se ha hecho con la festividad de San José, al que la piedad cristiana considera el tercer ser humano en el escalafón de la excelencia, justo después de los otros dos miembros de la Sagrada Familia.
En el entretanto, cabrea un poco la colaboración –pecado de omisión, que le dicen- de tantas parroquias y colegios religiosos, en los que se lo ponen realmente difícil a fieles y alumnos para cumplir con el precepto. En lugar de aumentar el número de eucaristías y adecuarlas al horario laboral, las reducen a las celebraciones de un día laboral. Existe una verdadera pereza sacerdotal, al menos en España, para los dos sacramentos habituales de la vida cristiana: penitencia y eucaristía. Y no es éste uno de los problemas menores de la Iglesia en el momento presente.En segundo lugar, en San osé se celebra el Día del Padre. No me parece mal, dado que este santo virgen no sólo es maestro de padres, sino maestros de varones, ejemplo de virilidad. Ahora que se ha puesto de moda denigrar la figura del padre y del varón, que para muchas -y muchos, que de tontos está el mundo lleno, es visto por tanto pelele como una especie de marginador universal de mujeres, gays, ancianos y niños. La principal virtud viril de San José es la discreción. Obra y calla, mantiene una verdadera obstinación en pasar desapercibido. Nada más contrario a la virilidad que el exhibicionismo, que es lo que pierde a tantas mujeres, y especialmente a todas las afectadas por el virus feminista.
Y por cierto, nada le puede hacer más daño a la mujer que el actual ludibrio sobre la figura del padre y del varón. Desfigurado el padre, la mujer se encuentra sola, en la cúspide de la veneración de las masas… pero sola.
También es el día de las vocaciones sacerdotales. El problema no es el número de vocaciones, que afortunadamente remonta, sino la calidad de los nuevos sacerdotes y de la enseñanza en los seminarios. Cuando el marxismo estaba en su esplendor, se trataba de evitar la penetración del marxismo en los seminarios bajo las invocaciones a la paz y a la justicia social. Hoy de lo que se trata es, como recordara el presidente de la Conferencia Episcopal norteamericana, de expulsar la homosexualidad -y con ella la pederastia, consecuencia directa lógica de la homosexualidad- de los seminarios. Escribo esto antes de que al insigne ZP se le ocurra la idea de trasplantar el proyecto de ley brasileño, del impresentable Lula da Silva, según el cual decir evidencias como ésta acarrea penas cárcel por homofobia.
Eulogio López