Un compañero de esta sección de 'Hispanidad' escribe que se están dedicando al Papa Francisco "demasiados elogios": muestra el Sr. Adanero su "preocupación por los continuos elogios" que se divulgan.
Elogiar, alabar, no es más que aprobar, según el DRAE. Lo que muchos estamos haciendo es aprobar lo que el recién llegado Papa nos está proponiendo, y con mucha naturalidad (lenguaje sencillo, comprensible a todos). ¡Ya quisieran para sí muchos gobernantes recibir tal trato!
La elección del cardenal Bergoglio ha sido muy criticada por la izquierda de todos los países y por todos aquellos que solo se acuerdan de la Iglesia cuando 'ven' algo que intuyen pueda ser un pero. Entonces, ¿vamos a proceder al silencio a que se nos invita ¿Qué de malo tiene el repetir, por ejemplo, el consejo del Papa Francisco de que confesemos a Jesucristo porque si no la cosa no funciona
Hace unos días un periodista argentino comentaba una conversación con su taxista, quien decía con el lenguaje natural de su compatriota que él había abandonado a la Iglesia pero que ahora, con el rumbo nuevo del Papa Francisco, se proponía ser un asiduo cristiano. Eso es lo que quiere Francisco, eso es lo que no quieren -detestan- los detractores de la Iglesia.
Los halagos para el Papa -decir pan al pan y vino al vino- "podrán restarle libertad de acción", temen algunos que cuando pasen los días de las fiestas de la renovación del papado decaiga el ánimo, el impulso inicial de Bergoglio. Ante ello nada mejor que oír a quien le conoce bien, como uno de sus biógrafos, Francesca Ambrogetti: "es absolutamente capaz de hacer lo necesario para lograr la renovación de la Iglesia, sin un salto en el vacío".
A la revista 'Hispanidad' instamos a continuar escribiendo cuanto crea conveniente para la defensa de la Iglesia.
Ginés Alcaraz Garrido