• Nadie le ha discutido la remodelación a José María Gilpérez, quien vive y reina en el ámbito español de la operadora.
  • El presidente de Telefónica de España ha reducido el número de directivos. La salida más sonada, la de Salvador Anglada, hombre de Linares y Pallete, responsable de empresa.
  • Y lo más polémico: los 8 millones de euros de contrato con la consultoría Booz&Allen.

El nuevo hombre fuerte de Telefónica de España se llama Emilio Gayo. La remodelación de Luis Miguel Gilpérez (en la imagen) era tan necesaria como ineludible. Simplemente, en Telefónica de España sobraban directivos. De entrada, nadie le ha puesto pegas a Gilpérez, ni Alierta ni Pallete. Ahora mismo, el presidente de Telefónica de España está considerado el salvador de la operadora y nadie le va a poner pegas.

De este modo ha optado por Emilio Gayo, procedente de Europraxis, y se unifican las divisiones de particulares y empresas bajo las órdenes directas de Gayo. El perdedor es Salvador Anglada, un veterano que abandona la compañía.

La polémica: el contrato que Telefónica firmó con la consultora Booz&Allen: nada menos que 8 millones de euros por un organigrama que habría salido más barato con el mismísimo McKinsey. Y resulta que en Booz&Allen figura el excompañero de Europraxis (Grupo INDRA) de Gallo, es decir, Carlos Severino.

En resumen, Gilpérez ha hecho su renovación. Es un personaje al que unos aman y otros odian. Pero algo no se le puede negar: Telefónica de España carecía de rumbo y ahora lo tiene. Su apuesta por Movistar Fusión es arriesgada. Puede salirle bien o mal: pero al menos es una apuesta y representa un objetivo para una sociedad que estaba varada. Y en esa tarea, Gayo ha jugado un papel primordial como número dos de Gilpérez. Hasta ahora era el 'vice' de hecho, ahora lo es de derecho.

Miriam Prat

miriam@hispanidad.com