El día 9, los señores Emilio Botín, presidente del Santander Central Hispano, y José María Amusátegui, ex presidente del mismo banco, tendrán que declarar en la Audiencia Nacional por presunto delito societario. En otras palabras, por los 43 millones de euros que el banco, es decir, Botín, pagó a Amusátegui para que se marchara seis meses antes de lo previsto. El dúo Rafael Pérez Escolar-Mario Conde, decidió interponer una querella por delito societario y el asunto cayó en manos de la jueza Teresa Palacios, de la Audiencia Nacional, la misma, qué casualidad, responsable del más que espinoso asunto de las cesiones de crédito.
Julián Martínez Simancas, el abogado del Central Hispano, se ha negado a actuar como defensor de Amusátegui, quien ha contratado los servicios de Ramón Hermosilla, duro entre los duros. Pero más importante aún es que Emilio Botín haya optado por Horacio Oliva (puño de hierro en guante de seda) y pregone a los cuatro vientos que ha roto lazos con Matías Cortés. La razón es sencilla. Los infundios de Cortés contra la jueza Palacios encabronaron (con perdón) a ésta hasta empecinarla en continuar adelante, contra la opinión del fiscal, en el caso de las cesiones de crédito (que, dicho sea de paso, venció hace una década pero no por ello deja de ser grave) y contra la opinión del fiscal.
En definitiva, la agresividad de Matías Cortés le ha hecho un flaco favor a su cliente, Emilio Botín, quien esperemos haya aprendido que, con arrogancia se puede ganar muchas veces, pero siempre a muy alto coste.
Por lo demás, Amusátegui y Botín han acordado lo que deben responder a la jueza. Palacios está dispuesta a convertir la indemnización de Amusátegui en la clave para discernir un asunto muy de moda: las retribuciones a consejeros y ejecutivos de una empresa grande, especialmente si se trata de una empresa cotizada. Y eso, es algo mucho más importante que la indemnización de Amusátegui.
En cualquier caso, el terrible "problema" con el que se enfrentan los empresarios del siglo XXI es que los jueces empiezan a entender de balances. Y eso es terrible.