El Centro Cultural Recoleta de Buenos Aires inauguró el pasado 5 de diciembre una exposición de "arte" erótico de Juan Ferrari. Como muestra de la "creatividad" artística de Ferrari, el Papa Juan Pablo II aparece en un frasco de preservativos. El centro está financiado de manera permanente por el Banco Ciudad, Repsol YPF, Movicom Bellsouth, Coca-Cola, Epson, Kodak o Vittal. La exposición cuenta con el patrocinio de la Secretaría de Cultura de la Ciudad de Buenos Aires.

La cultura se ha convertido en la mejor herramienta para que las empresas practiquen el mecenazgo y el marketing con causa. Sin embargo, sus departamentos de expansión cultural deben velar por que sus patrocinios ayuden a promover la cultura y a construir una sociedad mejor formada. 

La tan de moda "responsabilidad social corporativa" consiste en devolver a la sociedad parte de lo que las empresas toman de ella para ayudar a que esa sociedad crezca. Invertir en cultura sin revisar la rentabilidad de esa inversión resulta, además, de muy poco profesional, bastante irresponsable.

Y esto es lo que parece que ocurrió el pasado mes de abril en el Círculo de Bellas Artes de Madrid con la "creación artística" del cuñadísimo de Esperanza Aguirre. Pero el ejemplo cunde. Y atizar contra la Iglesia siempre sale muy rentable. O no se quejan o te hacen la campaña. Esta debe de ser la lógica de los desaforados anticlericales que amasan su patrimonio a cuenta del erario público y de los patrocinios no vigilados.

La historia se repite. Al "artista" Juan Ferreri no se le ha ocurrido mejor idea que inaugurar una exposición blasfema de arte erótico en el Centro Cultural Recoleta del Gran Buenos Aires. Entre sus "genialidades" se encuentra una imagen del Papa Juan Pablo II en un frasco con preservativos. Al "artista" tampoco se le ha escapado la figura de la Virgen para ofenderla de diversas maneras.

Sin duda, Ferrari se sumaría al manifiesto de las "víctimas de las religiones" de Ramírez de Haro. Pero una cosa es la libertad de expresión y otra la ofensa gratuita de los sentimientos religiosos. Algo expresamente tipificado en el Código Penal, tanto español como argentino.

Lo que sorprende no es que haya descerebrados, sino que estos gocen del apoyo de nada menos que del secretario de Cultura de la Ciudad de Buenos Aires, Gustavo López (gustavolopez@buenosaires.gov.ar). E igualmente preocupante es que estas locuras sean financiadas por empresas tan "respetables" como el Banco Ciudad (presidido por Eduardo Hecker),  Movicom Bellsouth (presidida por Mauricio Wior)  o Epson, bajo la dirección general de Marcelo San Pedro.

Pero también resulta inquietante que los patrocinadores del centro no vigilen los contenidos de las obras que se promocionan. Porque una cosa es que no quieren teledirigir la actividad cultural y otra muy distinta que con sus aportaciones se financie la blasfemia. Es el caso de Coca-Cola, Kodak,  Repsol YPF, Apple Center, Página 12 (grupo Clarín), SanyoHotel Hilton, Bodegas BianchiVittal y Sárachaga. Y estas son las más conocidas, porque entre los patrocinadores del centro se encuentran compañías menos conocidas como ArteBa, Buenos Aires Design, Campari, Delmiro Méndez e Hijo, Ferrum, Fundación Andreani, FV Griferías, Hidro, Interiur Forma Knoll, Knauf, Latin Grafica, Loma Negra, Mac Station, Museo de Maquetas, Pinturas Alba, RAGHSA, Riva, SA, y Teleproyecto.

La responsabilidad social corporativa exige también responsabilidad en el patrocinio de su obra social y cultural. No basta con ayudar, sino que conviene ayudar bien. A no ser que algún patrocinador entienda que este tipo de exposiciones son aquellas por las que merece la pena sacrificar parte de la rentabilidad monetaria. Porque igual que existen muchas empresas comprometidas con el desarrollo social y cultural de su entorno, también están las financiadoras de la cultura de la muerte, las comprometidas con la Carta de la Tierra, el parlamento de las religiones y el control demográfico. Son aquellas compañías encabezadas por Microsoft, que aspiran a la "superación" de las religiones y al gobierno mundial. Preferentemente, de las empresas.
 
¿Es esto lo que buscaban los patrocinadores de la muestra bonaerense?