Unido a la arraigada jactancia de disfrutar de un primogénito masculino, que transferirá el nombre del progenitor, se encuentra un motivo económico: una hija al contraer matrimonio se marcha de casa y pasa a integrarse en la estirpe de su marido, mientras que un nacido varón es el puntal en el que se arrellanan el patriarca de la familia y su prole, de modo especial en la ancianidad.
También se acentúa, por la estrategia política del "hijo único", forzada desde el año 1979 con decretos represivos. El exterminio salvaje de niñas es producto de la regulación de la natalidad, la legitimación del aborto y el discernimiento del sexo de la criatura a través de la ecografía.
Durante mucho tiempo, los analistas han atribuido la sobreabundancia de huérfanos -sobre todo, niñas- que padece China por la política del hijo único. Los padres habrían abandonado a sus hijas en los orfanatos por exceder del cupo fijado, o para no perder la oportunidad de tener otro hijo del sexo preferido.
Una periodista de Los Angeles Times afirma que "el problema hunde sus raíces en la política de control de la natalidad de China, que permite un solo hijo a los matrimonios de las ciudades y hasta dos a los del campo en el caso de que el primero sea niña. Cada pueblo tiene una oficina de planificación familiar, al frente de la cual suele estar un funcionario leal al Partido Comunista con poderes para ordenar abortos o esterilizaciones".
La política del hijo único está presente a lo largo y a lo ancho del país. Mientras hacía su reportaje Demick, periodista de Los Ángeles Times, tropezó con frecuencia con carteles publicitarios que rozan lo grotesco, por ejemplo: "Da a luz a menos niños, planta más árboles", o "Si tienes más hijos de los permitidos, tu familia se arruinará".
El reportaje del citado rotativo ha desatado una cascada de investigaciones sobre esta cuestión. Recientemente, The Times y la BBC News publicaron sendos reportajes en los que documentaban más casos de niñas chinas confiscadas por las autoridades y dadas en adopción.
"Una niña es un amor hecho visible", afirmó Friedrich von Hardenberg.
Clemente Ferrerclementeferrer3@gmail.com