Aún vibran en mis oídos, con emoción contenida, las palabras de Radio Nacional de España (RNE) para quien los dos años de Gobierno de Zapatero han estado, ante todo, marcados por la igualdad. Y nadie se ha ruborizado.
La verdad es que han sido dos años marcados por un recorte de libertades y por una crispación como no había conseguido ningún otro Gobierno anteriormente, ni con Felipe González, ni con José María Aznar, ni tan siquiera con Adolfo Suárez en los años más duros de la primera transición, puede hablarse , como ahora, de dos España. Que no son la España de derechas y la España de izquierdas, o la España burguesa contra la España proletaria. No, sencillamente son la España cristiana contra la España anticristiana, con una mayoría silenciosa aproximadamente aturdido.
Y como bien dice Radio Nacional -menos pensar y más escuchar RNE, señores- la gestión de Gobierno se ha caracterizado por los temas sociales, prudente denominación que, a día de hoy significa exactamente est Jorobar al católico.
Días atrás me topaba con una señora de Tudela, provincia de Navarra, que algo dice. Sesentona, pero con muchas ganas de armar bronca -¿he dicho que era de Tudela?-. Bien vestida, viuda de un bancario de la zona que alcanzara cierto rango en la economía local. Su resumen del bienio zapateril: Lo ha hecho todo muy bien, y lo único que le falta es quitarle la subvención a los curas.
¿Qué ha hecho bien? Puedo asegurarles que la buena tudelana no parece el prototipo de amante del Estatut o de la solución la terrorismo sin vencedores ni vencidos. Y a pesar de la profesión de su difunto esposo, la política económica tampoco entra dentro de sus preocupaciones ordinarias. No, lo que le mola de Zapatero es el matrimonio gay porque supone un palo a la Iglesia-, la masacre de embriones porque supone un varapalo al derecho la vida que defiende la Iglesia- o los deseos de ahogar la enseñanza religiosa porque le da en los morros a las órdenes religiosas. Conclusión: Zapatero, eres genial.
Pero Zapatero ha sido algo más. El bienio zapateril ha constituido en España un serio recorte de las libertades, al modo como siempre lo hacen los ricos poderosos: entrometiéndose en la vida privada de los pobres y demás gente sencilla. Nada resume mejor este bienio lamentable para la libertad que la noticia más curiosa de cuántos han surgido durante estas vacaciones: un paisano de mi tierra -natural de Avilés- fue multado con 60 euros por conducir al volante mientras fumaba (¿O fumaba mientras conducía?). La Guardia civil alegó para la sanción una razón muy zapateril, muy puritana: conducir un vehículo sin mantener la atención permanente a la conducción. No es que la ley prohíba fumar mientras se conduce, es que la publicidad gubernamental lo aconseja. ¿Y por qué lo aconseja? Porque el Gobierno cuida de todos nosotros. Se inmiscuye en la patria potestad de los padres, en la educación de los hijos y en el cuidado de los ancianos. Es el Estado, es decir, el Gobierno, quien decide cómo hay que vivir, que familia hay que formar y cuántos hijos hay que tener (por ejemplo, con el precio de la vivienda), cómo educar a los hijos (LOE), como convivir con el vecino, si se debe fumar o no, y, en cualquier caso, la jerarquía de valores que resulta políticamente correcto y hasta la jerarquía de gastos. Y todo ello, además, en nombre de la libertad. Y el que no esta ahí, pues está en la otra España, en la España cristiana, llamada a morir.
Zapatero ha descubierto que la gente no vota por algo, sino contra alguien, Por ejemplo, contra los curas
Eulogio López