Si le preguntan a la clase económica especializada en Economía, cuál era el credo de Emilio Botín (en la imagen), probablemente no sepa responder, porque en las alturas económicas hablar de Dios está mal visto.
Emilio Botín era católico. Es tan tabú hablar de Dios en el mundo económico -no es de buen gusto- que incluso al paradigma de la banca española no se le atacaba por cristiano sino por banquero. Algo ganábamos con ello los católicos pero resulta triste consuelo.
Pero sí, era católico. Si estaba en Madrid, cada 8 de diciembre, acudía a la catedral de La Almudena ante la imagen de la patrona de Madrid. Una vez le sorprendió allí un antiguo ejecutivo del Santander y Botín le confesó: "En un día como hoy hay que venir aquí a rezar". Para asombro del interpelante, todo hay que decirlo.
No vendo a Emilio Botín como un modelo de cristiano porque no le conocía tanto como para juzgarle en este punto. Digo, sencillamente, que esta condición suya probablemente no la escucharán en ningún otro lado. Los grandes financieros no hablan de Dios: no hace moderno ni luce profesional.
Eulogio López
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