Sr. Director: 

 

Después de tanto alardear sobre el derecho a la libertad de expresión en la gala de entrega de los premios Goya, a raíz de las protestas por parte de las víctimas del terrorismo, resulta que ahora nos escandaliza que la Conferencia Episcopal ejerza tan incuestionable derecho. 

La Conferencia Episcopal, creo yo, y cree la mayoría de la gente, tiene mucho más sentido común que Julio Medem, y si ahora se alzan gritos a favor de que éste pueda hacer y decir lo que quiera en sus películas, pues es de lógica que también se alcen gritos a favor de que la Conferencia Episcopal, que nunca emite un juicio sin haberlo reflexionado muy mucho, se exprese con la misma libertad. Volvemos otra vez a lo mismo: libertad de expresión para unos y no para otros. Cuando lo que se dice gusta a los mal llamados "progresistas" y "liberales", los que hacen tanto ruido aunque no sean mayoría, entonces sí: éste es un país democrático y libre. Pero cuando quien habla a los medios de forma clara y contundente, con palabras de fe y moral, con palabras que solamente buscan el bien y la verdadera formación de las personas... ¡ahí duele! 

En este caso, ¿dónde están la democracia y la igualdad para todos? Estamos viviendo en un mundo en el que toda lógica falla. En vez de escuchar a quien realmente quiere nuestro bien, nuestra salvación, no sólo hacemos caso omiso, sino que procuramos ridiculizarlo y humillarlo, despojándolo de todo derecho. Tal y como hicimos con Jesucristo. No hemos evolucionado nada.

Patricia Bausá

patri_manolo@hotmail.com