Nada grave, porque Alemania seguirá financiándose mucho más barato que España o Italia, pero demuestra el error de Berlín: no conviene acariciar a los tigres, es decir, a los mercados financieros.
Con su obsesión por obligar a todos sus socios europeos a reducir el déficit a costa de ajustes draconianos se ha topado con un boomerang: cada vez que sube la prima de riesgo española fastidiaba a España pero beneficiaba a Alemania. Ahora bien, si Merkel ha olvidado, más allá de la injusticia propia de su plutocracia -trabajar para los mercados financieros- que, al final, el tigre se podría revolver contra ella. Alemania crece un tímido 0,5% y encima los especuladores también exigen más rentabilidad.
Aquí hay que distinguir entre lo urgente y lo importante. Lo urgente es reducir la burbuja especulativa de deuda pública europea, ciertamente, pero lo importante es que la economía crezca y cree empleo. Es difícil casar lo urgente y lo importante pero no hay otro remedio. De otra forma, Europa acabará en el modelo chino: lograr liquidez y primacía comercial en una economía globalizada a costa de explotar a sus propios trabajadores. A esa globalización yo no me apunto. Pero el problema no es que no me apunte yo, sino que los europeos no se van a dejar explotar como los chinos. Ellos vienen del hambre, nosotros el bienestar. Y si no, pues hay que parar la globalización y volver al proteccionismo, que a lo mejor no es mala idea.
En el interior de Europa, Alemania no puede pretender imponer un déficit fiscal cero, es decir, unificar las cuentas públicas de los 17 países miembros del euro, así como su presión impositiva pero con unas rentas tan dispares como las existentes en Europa y con un paro tan desigual como el de los países miembros. En definitiva, en Europa, o nos salvamos todos o nos hundimos todos.
No puede ser que Alemania contemple al resto de la Eurozona como un mercado donde colocar sus productos, ni puede haber una Eurozona asimétrica donde a todos se impone la misma disciplina fiscal pero los salarios españoles son el 60% de los alemanes.
Eulogio López
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