El mundo mediático ha lanzado las campañas al vuelo por el nuevo documento nacional de identidad (DNI) digital que ha puesto en marcha la administración Zapatero. Facilitará un montón de trámites, y hará más fácil el acceso a Internet. Todos somos muy felices.
En el mundo anglosajón existe la más bella tradición que proviene de la Biblia, recordemos que al Señor de los Ejércitos no le gustó mucho el censo real del Rey David- acerca de los DNI: no los quieren ver ni en pintura. Lo consideran, y así es, un atentado contra la intimidad. La historia está repleta de regidores de hoteles obligados a disculparse ante sus huéspedes por haberles pedido su identificación, y el genial humorista británico Wodehouse nos ha enseñado cómo un jovencito con botines debe tratar a un juez después de una noche de juerga, justo hasta escuchar de Su Señoría las siguientes palabras: Respecto al detenido León Tolstoi, de quien sospecho usa nombre falso.
Pero el siglo XXI no es el siglo de las libertades sino de la obsesión por la seguridad. La etapa de la seguridad se inauguró el 11 de septiembre de 2001, y al parecer no tiene trazas de terminar. Por ejemplo, si la policía exige controlar las huellas genéticas de los ciudadanos para luchar contra la delincuencia pues se le proporciona dicha huella al aparato represor una identidad genética que dice mucho sobre nuestra privacidad.
Además, el nuevo Orden Mundial, es decir, los poderosos del mundo, tienen mucho interés en desarrollar servicios de identificación, siempre por razones de seguridad, naturalmente, y para hacernos la vida más cómoda, naturalmente.
Y qué decir del miedo al secuestro, que ha justificado todos los seguimientos de personas a través de distintos dispositivos. Es decir, para protegerte de un secuestro, el poder quiere saber dónde estas en cada momento, a ser posible con quién estas qué es lo que dices y adónde te dirigirás luego. Lo hacen por nuestro bien.
Miren lo que cuenta el periodista Daniel Estulin en su libro La verdadera historia del Club Bildelberg: La empresa Applied Digital Solutions (ADS) ha patentado un dispositivo de rastreo llamado Ángel Digital, ampliamente anunciado. Se trata de un dispositivo similar al que Esperanza Aguirre presentó en junio de 2004 contra los maltratadores y que está destinado a la implantación subcutánea en un gran número de seres humanos.
A ese dispositivo le otorgó el Foro Económico Mundial un premio a la innovación tecnológica
Estulin se pregunta qué hace una organización en la que participan FMI, banco Mundial, la Fundación Rockefeller, George Soros, Bill Gates, Bill Clinton y demás poderosos del mundo, eso sí, muy progresistas, porque los millonarios de hoy son progresistas, premiando a una empresa por su dispositivo que deja corto al Gran Hermano de George Orwell.
Es más, en esta era de la Seguridad, el imperante miedo al miedo ha matrimoniado con el puritanismo reinante, concretado en la obsesión por la salud (ya podemos clonar, pero no podemos fumar), el culto al cuerpo y el miedo ala muerte. El propio Estulin nos recuerda que el mismo Foro Económico Mundial, que se reúnen anualmente en Davos (el Club de Bildelberg guarda en secreto sus elitistas reuniones) se ha propuesto vacunar a todo el planeta, y Bill Gates, destacado dirigente del Nuevo Orden es una de los multimillonarios que más dinero dedican a la expansión de vacunas. Nada que objetar, naturalmente, a que los niños del Tercer Mundo tengan acceso a vacunas, es algo maravilloso. Sólo que Estulin sospecha que lo que se pretende no es más que la implantación de chips de seguimiento, el chip biológico, sin que ello desmerezca el efecto de la vacuna. En palabras de Estulin, un planeta de borregos controlados.
Puede ser cierto o no, pero lo que sí parece demostrado es la tendencia a cambiar libertad por seguridad, entendiendo por seguridad la sumisión al poder, como único detentador de la información. Quizás el DNI digital, que se nos vende como la gran panacea, no llegue a tanto, o simplemente no tenga por objeto controlarnos: pero yo creo que sí. Un dato : en el acto de inauguración del nuevo DNI digital, con pompa y boato y una liturgia propia del antiguo Egipto, José Antonio Alonso, ministro del Interior, así como el director general de la policía y la subsecretaria del Departamento, en una ceremonia que ellos mismos calificaron como trascendente, introdujeron unas credenciales que generaron claves matrices Las tales claves se introdujeron en una caja fuerte y fueron trasladadas al Centro de Proceso de datos de la Policía Nacional, sito en la localidad madrileña de El Escorial. Un centro informático que posee más datos de la ciudadanía española que cualquier otro, datos personales, privados que los funcionarios policiales, para defendernos del crimen, no se crean, utilizan sin control. Esos datos servirán de base a toda la estructura de certificación de DNI.
Es ley de vida: a mayor seguridad, menos libertad. O mejor, a mayor sensación de seguridad, menos libertad. Es sabido que las precauciones alimentan el miedo, pero no sabíamos que también aumentaban el control.
Y lo peor de todo es que aplaudimos ante esa exhibición de modernidad, donde nos dejamos jirones de libertad. Somos así de lelos.
Eulogio Lopez