Después de asistir al amargo proceso que culminó de forma abrupta con la presidencia de Carlos Dívar, tras una cacería inquisitorial por parte de sectores relacionados directamente con la izquierda, el desenlace resulta aún más desolador al conocerse el auto del Supremo que rechazó investigar los famosos viajes.
Según el criterio de once magistrados, Dívar no pagó actividades privadas con fondos públicos ni incurrió en "engaño" ni "ardid" alguno para justificar sus desplazamientos. "Se ajustó al procedimiento (...) y no abusó de su posición". ¿Malversación, entonces? Manipulación. La de sus acusadores.
Me dio lástima, no solo la cara de Dívar, sino toda la portada de un diario de tirada nacional del pasado viernes día 22. "Dívar se va y deja una cúpula judicial erosionada", decía en grandes letras la portada. "El Poder Judicial se repartirá entre un conservador en el CGPJ y un progresista en el Supremo", lo subtitulaba. ¿En manos de quien está la Justicia?
¿En manos de quién estamos? Me pregunté. No encontré respuesta y quedé preocupado.
Jesús Domingo Martínez