Para aquellos españoles que consideran que el Partido Popular es la religión del país y Aznar su profeta (incomprendido profeta), la noticia de que el PSOE de Rodríguez Zapatero, más conocido como el hombre humilde, piensa "liberalizar" el aborto (es decir, despenalizar, legalizar y promocionar, que todo es lo mismo) durante las primera 14 semanas de embarazo es la prueba irrefutable de que los rojos ya están haciendo otra vez de las suyas. Por tanto, para una sana percepción de la realidad pública (ruego a todos los lectores no olviden nunca frase tan marmórea), conviene aclarar, por enésima vez, lo siguiente:
El aborto por violación es legal en las primeras 12 semanas. El aborto eugenésico (el más criminal de todos los abortos criminales) está 'liberalizado' durante las 22 primeras semanas. Para el aborto terapéutico, o peligro para la salud física y psíquica de la madre, no hay límite. Si un médico dice que una mujer corre peligro en su estabilidad emocional, el aborto puede realizarse hasta en el noveno mes de embarazo. En teoría, hasta una hora antes de nacer. Y se hace. No es inhabitual leer en la prensa anuncios como éste: "Clínica..., autorizada para realizar abortos después de las primeras 12 semanas".
Por tanto, ¿qué es lo pretende el lobby abortero-feminista del PSOE, que ha colocado a uno de sus más destacados miembros en la Vicepresidencia primera del Gobierno? Pues armar un poquito más de lío propagandístico, naturalmente, competir en la carrera por ser más progresista que el Partido Popular y, para ello, seguir masacrando seres humanos inocentes al mismo ritmo del PP, pero con una mayor apariencia de cobertura legal. Sin duda, es uno de los primeros frutos del diálogo y la humildad que no deja de ofrece Zapatero, un Mr. Bean indocumentado pero, eso sí, al igual que su modelo, bastante malicioso.
Por cierto, el 97% de los 77.000 abortos realizados en España durante 2002 se hicieron con cargo a la segunda parte del tercer supuesto, es decir, con la excusa de que la madre sufriría depresiones si continuaba adelante con su embarazo.
El Gobierno Aznar gozó de mayoría absoluta en el periodo 2000-2004, entre otras cosas porque muchos españoles creyeron que defendería a los más indefensos. Algunos, incluso, mantenían la esperanza de que aprovecharía esa mayoría absoluta para defender al ser humano más débil, derogar el aborto, todo tipo de aborto, y crear un soporte público (residencial, asistencial y laboral, durante el embarazo y el primer año de crianza) para aquellas mujeres que se veían tentadas a abortar. Ese es el único camino para acabar con la era del aborto, que en el mundo moderno nació en 1973. No lo hizo. A cambio, eso sí, permitió la distribución y comercialización en España de la píldora abortiva y la píldora post-coital. A cambio, eso sí, durante el periodo 'aznárico' se multiplicó el número de abortos y dio barra libre a todos las clínicas aborteras, además de condenar a muerte a todos los embriones sobrantes de la fecundación 'in vitro'. Lo de los embriones resulta, asimismo, muy interesante. Tanto, que en este terreno, que es el mismo que el aborto sólo que con criaturas más pequeñas, aunque igualmente dotadas de código genético, el PSOE triunfante se las está viendo en figurillas para marcar la diferencia con el PP. Mr. Bean intenta ahora 'descentralizar' la cuestión, otorgando el monopolio del destripamiento de embriones a su feudo favorito, Andalucía, supongo que para resaltar su dosis de autonomismo. Y es que la reforma de la fecundación 'in vitro' perpetrada por la ministra de Sanidad de Aznar, Ana Pastor, apenas deja a los progres de Zapatero margen de maniobra. Dicho de otra forma, los socialistas no encuentran una manera de matar seres humanos más rápida que la promulgada por el Gobierno Aznar: Todo muy centro reformista.
El cardenal de Madrid, Rouco Varela, afirmaba días atrás que "el problema no es quién lo gestione (el banco de embriones), sino el banco mismo". Bellas palabras: el problema no es quién gestione el banco de embriones, sino la existencia misma de un banco destripador de seres humanos. Ahora bien, fue la ministra de Sanidad de Aznar, Ana Pastor, quien creó ese banco y ese laboratorio para transplantes, y quien nombró Rafael Matesanz y Juan Carlos Izpurúa como directores respectivos de ambos mataderos. Naturalmente, no hace falta ser médico para saber que las enfermedades que presuntamente se curarán con el destripamiento de embriones, podrían curarse sin matar a nadie, con células madre adultas salidas de la médula espinal, las glándulas mamarias, y un montón más de sitios, según depende.
Así que menos coña, oiga usted, "que no está el coño 'pa' ruidos", castiza y muy grosera expresión, pero que, ante la canallada que nos ocupa, viene como de molde. El PSOE no va a promulgar el aborto libre en España porque no puede: ya es una actividad libérrima. Lo que le costará un poco más será aplicar el aborto gratuito, habida cuenta de que destacados políticos de la izquierda española son accionistas de clínicas abortistas y de clínicas FIV. No, la única nueva frontera que podría aplicar Zapatero para marcar la diferencia de talante con el PP (detalle muy importante, como ustedes comprenderán) consiste en proclamar el aborto obligatorio, como en China. Por el momento, no se lo ha planteado, pero es una idea que prestamos a Mr. Bean, capaz de acoger cualquier sugerencia con tal de que resulte lo suficientemente majadera.
Y la vicepresidenta socialista, María Teresa Fernández de la Vega, tampoco podrá asesinar mas embriones de los que ya tenía previsto asesinar doña Ana Pastor. Ahora, doña Teresa debe preocuparnos más que doña Ana, por la sencilla razón de que la primera va a tener el poder que le hemos otorgado en las urnas y la segunda no. Pero sólo por eso. No, la gran causa por la que luchar, hoy, el derecho a la vida, la clave de la futura arquitectura de derechos humanos y del Nuevo Orden Mundial, no pasa ni por el PSOE ni por el PP, ambos están enlodados en la cultura de la muerte. La alternativa política de defensa de la vida tiene que ser una tercera, la verdadera tercera vía de la política del siglo XXI, aunque ahora resulte desmoralizadoramente minoritaria.
Por cierto, ya son 800.000 las mujeres que han abortado en España. Es decir, 800.000 vidas marcadas. Eso, sin contar a sus parejas, que se supone tendrán conciencia y hasta estómago. Pero lo más importante es el diálogo y la humildad en el gobernante. Palabra de Mr. Bean.
Y queda la educación. Zapatero empieza a jugar el papel que ya ejercieran Felipe González y Alfonso Guerra, el policía bueno y el policía malo. Zapatero es el policía bueno, mientras Maragall, Blanco o Caldera son los malos. Así, el Tripartito catalán, cuyo presidente es el socialista Maragall (recuerden que el Tripartito no colabora, sino que "co-decide" en el Gobierno de España), acaba de paralizar, por el artículo 33 (es decir, porque me sale de las narices), la aplicación de la Ley Orgánica de Calidad en la Enseñanza. (LOCE), una de las pocas cosas medio buenas que hizo el PP en materia educativa. Se trata, simplemente, de hacer lo contrario de lo que hizo Aznar, más bien de destruir lo construido. Y se trata, en pocas palabras, de cargarse la signatura de religión y de lengua española. Especialmente, la de religión. No sé por qué la progresía del PSC y sus aliados, los comunista de IC y los independentistas catalanes de ERC, se preocupan tanto de la asignatura de religión: tal cual se imparte y con los textos que se imparten, incluso de editoriales religiosas, de poco sirve. Pero es una carrera por ver quién es más progre, es decir, más bestia.
No, el PSOE continúa defendiendo la educación realizada por funcionarios y el PP continúa defendiendo la educación realizada por patronales de la educación. La tercera vía, la única que protege la libertad educativa, es el cheque escolar: la liberad para elegir educación la debe ejercer los padres, ni los políticos, ni los funcionarios, ni los empresarios de la enseñanza: sólo los padres. Ahí, Aznar y Zapatero son tan diversos como los dos extremos de un péndulo: ambos están igualmente de alejados de la justicia.
Eulogio López