Justo el mismo día en el que el nuevo director de Radio Nacional de España (RNE), Pedro Piqueras, prometía un cambio de talante y mucho pluralismo interno, el equipo del programa de mediodía, dirigido por Carlos Navarro, habla de los guerrilleros chechenios, y empleaba terminología militar, como la del "comando chechenio". Puede que los separatistas chechenios tengan razones para querer independizarse de Rusia, y Moscú posea argumentos para mantenerlos dentro de la Unión, pero cuando alguien secuestra a 500 personas, la mayoría niños, en una escuela, con la amenaza de asesinarlos, entonces no se puede hablar de guerrilleros, sino de terroristas. En una radio estatal, la terminología resulta aún más preocupante.

 

A la hora de cerrar esta edición, se desconoce el número final de víctimas y se desconoce, por tanto, si el asalto a la escuela ha sido un éxito o un fracaso. Por el momento, se barajan más de cien muertos, y se teme lo peor. Putin sigue actuando como un ex agente del KGB: a lo bestia. Al igual que hizo en el teatro moscovita, otra vez ha entrado como un elefante en una cacharrería. Pero lo cierto es que ante el secuestro no se puede ceder. La reivindicación de los terroristas era la de perdonar la vida a las víctimas a cambio de la independencia de Chechenia. ¿Se imaginan lo que ocurriría en todo el mundo si Putin hubiera cedido? Los secuestros masivos se habrían multiplicado.

 

Otra cosa es que éste sería un buen momento para que Putin intentara un acercamiento a los independentistas chechenios, en busca de una solución pacífica. Es verdad que el soberanismo chechenio está controlado por los fundamentalistas islámicos, pero no se puede mantener una situación tan explosivo como la actual.  

 

Por otra parte, entre los analistas internacionales se empieza a recurrir a los precedentes más próximos: la ola de secuestros de aviones comerciales durante los años setenta y ochenta. Sólo se terminaron cuando los secuestradores se dieron cuenta de que ningún político iba a ceder.