Angie es una madre soltera, treintañera y ambiciosa, que cree que puede lograr el éxito en los negocios montando una agencia de trabajo temporal que cubrirá vacantes provisionales gracias a trabajadores extranjeros. Sus buenas intenciones primigenias (pagar correctamente y tener asegurados a sus empleados) pronto chocan con la dureza del mercado y con sus propia avaricia…
Aunque, En un mundo libre… cae, en algunos momentos, en un clarísimo maniqueísmo, lo que vemos en pantalla asombrará a muy pocos: Es tan real como la vida misma. Todos los ciudadanos que vivimos en grandes urbes conocemos, al menos en parte, algunas de las vicisitudes que sufren los inmigrantes extranjeros al llegar a nuestro país.
Pero de esta película de denuncia quizás lo que más nos debe preocupar es que, como la protagonista de esta historia, en un momento dado todos podemos convertirnos en monstruos si empezamos a considerar que los menos desfavorecidos económicamente carecen de derechos (sin olvidar que también tienen deberes con la sociedad).
Con En un mundo libre… Ken Loach, y su habitual guionista Paul Laverty, vuelven a demostrar que el tema de la inmigración les preocupa mucho. Puesto que ya incidieron anteriormente en ello en Pan y rosas (sobre los emigrantes mexicanos en Los Angeles, -2000-) y en Sólo un beso (la segunda generación de emigrantes paquistaníes en Reino Unido -2004-).
Para: Los que quieran ver una película de contenido sociológico