- El hombre de Ploder es el último escollo de la ministra Ana Pastor para 'solucionar' el problema de las autopistas quebradas.
- El empresario no acepta las condiciones de Fomento para la nueva ENA y está seguro de que los tribunales le darían la razón.
- El Ejecutivo necesita el Ebitda de Ploder para evitar que la aportación del Estado en la nueva sociedad compute como déficit público.
Las negociaciones entre el Ministerio de Fomento y las constructoras y concesionarias de las autopistas quebradas tienen un nombre propio: Luis Gálvez (a la derecha de la imagen), fundador y presidente de Ploder Uicisa, empresa que participa en dos de las concesiones: en la autopista Cartagena–Vera y en la que une Alicante con Cartagena.
El asunto es que Gálvez no acepta las condiciones de la ministra de Fomento, Ana Pastor, para solucionar de una vez por todas el conflicto sobre las autopistas quebradas. Concretamente, Gálvez no quiere participar en la nueva ENA (Empresa Nacional de Autopistas) mientras las empresas tengan sólo un 20% de la sociedad y el Estado el 80% restante. Cree que el pacto minusvalora su empresa.
No nos engañemos: lo mismo opinan las grandes constructoras y concesionarias. Lo que ocurre es que las grandes empresas no se pueden permitir el lujo de ir contra el Gobierno. Tienen que pasar por el aro, también porque esperan -aunque no lo digan abiertamente- que el Ejecutivo les compense de alguna manera en el futuro. A Gálvez este juego no le interesa. Y menos cuando está convencido de que si acude a la vía judicial tiene todas las de ganar.
Pero, ¿cómo es posible que un pequeño empresario tenga en jaque al Gobierno Muy sencillo. Para que la aportación del Estado en la nueva ENA no compute como déficit público -auténtica obsesión del Gobierno Rajoy- necesita que los ingresos por peajes de la sociedad superen esa aportación. Es decir, que los ingresos por peajes de ENA sean del 51% y la aportación del Estado se quede en el 49%.
¿Qué tiene que ver Gálvez en eso Muchísimo. Los ingresos de Ploder en las dos autovías en las que participa son clave para que cuadren las cuentas, es decir, para que los ingresos superen la aportación del Estado.
El punto débil del empresario es su relación con la banca, no porque se lleve mal con los banqueros, sino porque, aunque logra hacer frente a sus compromisos con las entidades, necesita financiación. El negocio de las autopistas es a largo plazo y la financiación es fundamental. Pero no seamos mal pensados. La banca en España no tiene trato alguno con el Gobierno. Ni se hablan.
Pablo Ferrer
pablo@hispanidad.com