Sr. Director:
Hace quince días viajé a la Jornada Mundial de los Jóvenes en Sydney pasando por Dubai. Así que cuando desembarqué encontré el letrero "prayer room", que indicaba únicamente la existencia de una mezquita para hombres y otra para mujeres. No sé por qué le tienen miedo a colocar otra sala para las otras religiones. ¿Será porque quedaría vacía siempre? Como tenía varias horas de espera y era madrugada, deambulé por el aeropuerto. Durante esas horas, varias decenas de hombres y mujeres entraron para rezar en las mezquitas. Si esa misma frecuencia la tuviéramos los católicos con la Eucaristía, qué diferente seria nuestra vida privada y la vida en nuestro pais.

La Eucaristía no es otra cosa que Cristo en persona, en toda su feliz realidad humana y divina en ese pedacito de pan. Así está para mostrarnos cuánto nos ama y cuánto lo podemos amar nosotros.

Fue impresionante en la misa en el hipódromo de Randwick, el silencio con que los millares de jóvenes obsequiaron a Jesús Eucaristía. ¡Cuántos comulgaron en la boca! ¡Cuántos hacían una inclinación o lo recibían de rodillas! Esos mismos jóvenes a los que tuvimos que aguantar toda la noche cantando y bailando, ahora estaban recogidos en su conversación de amor con el amigo. Algo tan simple y tan fácil, pero que da miedo porque siempre Cristo sorprende. Es tan fácil conversar con Jesús usando mis palabras y hablándole de mis problemas...

Javier González

jsgonza@gmail.com