Antes de nada, ¿aceptarían Sacyr y Caixa una operación como ésta? La respuesta es sí. ¿Y el ministro Sebastián? Está informado de ello y no le hace ascos, aunque se cuidará mucho de reconocerlo. A fin de cuentas, se trata de la primera, y única, petrolera española.
Es una operación de altos vuelos, donde hay que cuadrar demasiados intereses pero cuya consecución animan en enfrentamiento entre el presidente de la petrolera Antonio Brufau y la petrolera estatal italiana ENI, uno de los dos paquidermos energéticos italianos, (junto a la eléctrica ENEL), presente en España a través de Unión Fenosa Gas -con importantes yacimientos en Egipto- quiere dar el alto y hacerse con Repsol, cuya geografía Upstream y sus redes de comercialización resultan más que complementarias.
Italia no es un país, es una sociedad anónima. Por eso, el Gobierno, las grandes empresas y la prensa especializada... todo es Italia y camina en una sola dirección. En el país de don Silvio puede darse una guerra civil política pero nunca económica, pueden creerlo. Por eso, una vez más, los italianos ofrecen su señuelo: a cambio de Repsol para ENI, el Gobierno de Roma está dispuesto a que Telecom Italia sea para Telefónica y reabrir su vergonzoso comportamiento con Abertis, al que le negaron la entrada en Atlantia cuando el acuerdo ya estaba firmado y rubricado. Como aseguran en la patronal española. ¿Qué se han creído estos españolos?
Eso sí, mientras se les niega la puerta a las telecos españolas, a los bancos españoles y a las concesionarias españolas, los italianos ya se han hecho con la primera eléctrica y ahora pretenden hacerse con la principal petrolera española. Y, como ellos recuerdan compramos Endesa porque el Gobierno Español -ZP- les invitó a entrar.
En Telefónica son más escépticos. Llevan demasiados años escuchando que la cesión de TI es inminente y lo único que contemplan es una gestión manifiestamente mejorable y unos dientes de sierra bursátiles que aseguran que alguien está especulando en la Bolsa de Milán. Respecto Abertis y Atlantia, ha sido la gran decepción de Isidro Fainé, presidente de La Caixa y vicepresidente de Telefónica.
Ahora bien, toda la negociación se está llevando al margen de Antonio Brufau, presidente de Repsol. Y eso es peligroso. En primer lugar Brufau reducirá tal como anunció -y tal y como cabreó a Luis del Rivero- el dividendo de 2009 en un 19% (remuneración total: 0,85 euros por acción). Su postura es firme: quiere explotar los yacimientos que tanto le ha costado pinchar y crecer como una petrolera de tamaño medio e independiente. Además, sabe que en Cataluña no verían con buenos ojos que Fainé abandonara Repsol aunque no se pretendiera vender con otros logros de intercambio y con el control total de Gas Natural por parte de Caixa. Entre Repsol y Caixa también controlan Gas Natural.
En cualquier caso, Italia no ceja en su intento de conquistar España; al revés, no hay movimientos, sólo promesas.
Y por cierto, esto sucede cuando se discute la desproporción de blindajes estatutarios en las empresas. Pues bien, las empresas francesas, italianas y alemanas, que son las que se están haciendo las dueñas de la industria europea, o bien son compañías públicas (Francia y, en menor medida, Italia) o bien cuentan con el apoyo declarado de sus gobiernos y de sus comunidades autónomas (Alemania). En España, por contra, el Gobierno se dedica a alentar las guerras civiles entre empresarios, según sean amigos o enemigos del Ejecutivo.
Eulogio López
eulogio@hispanidad.com