La tesis de Hispanidad sobre la flamante reforma financiera del Gobierno Zapatero, o conversión de las cajas en bancos, es de sobra conocida: nunca debió iniciarse. Pero, al menos, una vez incidida, debiera haberse hecho con lógica financiera. Ejemplo: Banca Cívica y Enrique Goñi, el navarro que dirige el negocio.

Se empeñó en convertir a cuatro cajas de ahorros (Canarias, Burgos, Sevilla y Pamplona, en una sociedad anónima, para lo que precisaba aportaciones de capital. El primero que se acercó fue Flowers Powers, a quien las cajas, no nos engañemos, no le interesan nada. La oferta de FP valoraba Cívica en 2.250 millones de euros, cuando la bolsa lo valoró en 1.414 millones de euros. Si lo quieren de otra forma: no me gustaba que FP se hiciera con el control de Cívica, pero el descuento sobre su valor en libro del 15%, frente a un descuento del 74% que el mercado le ha ofrecido a Goñi. Eso sí, el navarro se asegura el control del 52%... tras malvender el patrimonio de cuatro cajas de ahorros. Si antes de su conversión en bancos, Cívica tuviera accionista, a Goñi le habrían tirado al Río Arga atado por los pies (es sólo una imagen literaria).

En otras palabras, la desastrosa reforma de Zapatero, que ha terminado con la joya financiera española, las cajas de ahorros, no hubiera sido factible si los cajeros no hubieran colaborado, en algunos casos con entusiasmo, y por qué lo han hecho. Pues muy sencillo, porque querían cobrar como banqueros y seguir mandando como cajeros. En efecto, ahora Goñi puede cobrar mucho más de lo recobraba en Cajanavarra y al mismo tiempo, seguir mandando como un cajero sin control accionarial, sino político y ya se sabe que los políticos bastante tienen con controlarse a sí mismos.

Una pena lo de las cajas. Algo más que lástima lo de los cajeros. Lo suyo no es mucha prensa, es mucha cara.

Eulogio López

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