Sr. Director:

Con respecto a la Educación para la Ciudadanía da la impresión de que hay un sector en la sociedad que, sin sentido, se opone a la asignatura. Nada más lejos de la realidad, los padres y madres no nos oponemos a esta asignatura -antes al contrario, la vemos necesaria en cuanto a conocer y respetar los Derechos Humanos y los principios constitucionales, promover el respeto al medio ambiente y las leyes justas, evitar actitudes racistas y discriminatorias, etc.-, sino a los contenidos que el Gobierno ha querido introducir en algunos temas: la educación sexual, la elección del género, independientemente de lo biológico y morfológico, el concepto de familia...

En nuestro tiempo, la verdad, no he visto más radicalismo y fundamentalismo que en algunas opiniones de personajes de la izquierda, intolerantes con otras opiniones que no sean las suyas e incapaces de escuchar otras voces. Educación para la Ciudadanía sí, pero no ésta, porque la educación moral de los hijos nos corresponde a los padres, y no al Estado. ¿O es que vamos a entregar a nuestros hijos al Estado cada vez que éstos planteen dudas y conflictos personales para que papá Estado se las resuelva? La misión del Estado es garantizar que se pueda dar el pluralismo y la educación para todos, y no dictar los contenidos y orientaciones morales y evaluarlas según su criterio.

Ante esta situación me pregunto ¿Tan difícil es dejar que sea la familia el ámbito en el que se dé la formación moral de los hijos sin liarlos? Pienso que de aplicarse los criterios del Gobierno en esta materia, además del fracaso escolar, se dará el fracaso moral, que es sin duda aún más irrecuperable.

Valentín Abelenda Carrillo