No había excesiva expectación ante el encuentro celebrado en la mañana de este jueves con el presidente del Parlament, Ernest Benach. Llegó algo tarde y había bastantes sillas vacías. Al fin y al cabo, un presidente de Parlamento debe de estar moderado. O así.
No es el caso de Benach. Aunque quiso apelar en varias ocasiones a su condición institucional, no escondió su naturaleza nacionalista e incluso soberanista. Sin embargo, cuando el presidente del American club, Julio Vidal, le preguntaba sobre si el soberanismo era el fin, Benach respondía: No, no se me ha entendido.
Según Benach la reforma del Estatut trata de modernizar las relaciones entre Cataluña y el estado español superado las relaciones piramidales y avanzando hacia una relación en red. O sea, nada de autoridad. Por otra parte, a Benach le molestó mucho la comparación realizada por un periodista que comparó su estrategia con el de los niños cuando canjean cromos y tratan de esconder el mejor. Sile-Nole. No, no se trata de intercambio de cromos, no nos confundamos, porque en el 90% del Parlament que ha aprobado la propuesta existen partidos no nacionalistas, respondió.
Y más. Le preguntaron sobre si se trataba de una operación oportunista. El horno no está ara bollos, contestó visiblemente molesto. Debemos de ser conscientes del momento que vivimos de la Historia, no tenemos un capricho, tratamos de arbitrar herramientas para afrontar el futuro, concluye. No, definitivamente Benach no estuvo a gusto.
¿Qué es lo irrenunciable en su proceso de negociación? Benach lo tiene claro. Es necesario recortar un déficit fiscal que la Fundación de Cajas de Ahorros calculan en el 9,5% del PIB, más del 80% del presupuesto de la Generalitat. ¿Y eso cuánto es? Benach se resiste a cuantificar, aunque finalmente reconoce que hablamos de 6.000 millones de euros, cerca de la mitad del actual déficit fiscal. Curiosamente se trata del doble de las aspiraciones manifestadas por Maragall hace unos meses.
Por supuesto, Benach no renuncia tampoco a la identidad nacional catalana. ¿Cómo se arbitra entonces la solidaridad con el resto de España si Cataluña es una nación? El President del Parlament no contesta. Y más. Benach se muestra satisfecho por el apoyo popular al Estatut. Según señaló, las encuestas oficiales apuntan a un apoyo del 71%, aunque las encuestas publicadas por los diferentes periódicos ofrecen un apoyo popular menor. ¿Cómo se explica en todo caso la diferencia entre el 90% de apoyo parlamentario y el 70% de apoyo popular?, le preguntamos. El apoyo parlamentario es irrefutable, las encuestas son discutibles, responde. Bonita salida. En todo caso, después habrá el referéndum donde conoceremos el verdadero apoyo popular. Además, Benach considera que en Cataluña se están viviendo momentos de pasión. La gente estos días está vibrando, apunta. ¿Será de miedo?
Y por cierto, ¿para qué quieren estos fondos? Benach explica que en Cataluña hay 1,2 millones de pobres, con nuevos rostros de la pobreza. Afrontar la inmigración y crear un gran aeropuerto internacional en Barcelona, es bueno para Cataluña y para España. ¿Qué preferimos, una Cataluña débil o una Cataluña fuerte que tire del carro como siempre?, se pregunta el president del Parlament para justificar sus exigencias monetarias.