"El arzobispo de Pamplona, monseñor Fernando Sebastián, pide el voto para partidos de extrema derecha, como la Falange". Con esta frase genial, el locutor David Sincero (perdón, David Cantero) se despachaba a gusto en el informativo estrella de la televisión pública, la del Presidente Zapatero. Y lo dijo justo antes –pura casualidad-, de abordar, con idéntico retorcimiento de palabras y significados, la denuncia del ya ex presidente, Manuel Conthe, sobre los intentos de Moncloa para cargarse a un banquero del PP- Pero se trata de una pura casualidad del editor, claro está.

Pero lo mejor es leer el texto completo de lo dicho en León por Monseñor Sebastián, texto más bien breve, aunque sólo sea por aquello de que todo es poco más que algo menos, y la verdad imprecisa puede ser una gran mentira.

En el fondo, lo que ha dicho Sebastián es lo mismo que repite Benedicto XVI y que tanto escandaliza a muchos cristianos moderados: el cristiano puede pactar con el mundo todo lo que quiera, pero hay cuatro principios "no negociables": vida, familia, educación y bien común.

Lo de ‘cristianismo moderado' siempre me ha parecido una contradicción ‘in terminis', una herejía que Clive Lewis, nada sospechoso de fascista, calificaba como "el cristianismo y…". Un cristianismo molturado, con gaseosa. Porque, la verdad, las palabras de Cristo no parecen moderadas: Amarás a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a ti mismo; si te golpean en una mejilla pon la otra, perdonarás setenta veces siete, el que ama a su padre o a su madre más que a mí, no es digno de mí… sentencias que no parecen propias de un centro-reformista.

Es el cristianismo del consejo de la madre del piloto: "Tu ante todo, hijo mío, vuela bajo y despacio". Y es que lo que esperaba la progresía, siempre moderada, consiste en que la Iglesia apoye al Partido Popular, derecha moderada y centro reformista, para eso sí, poder demostrar que la Iglesia está con al derecha. Y lo que le ha ocurrido a monseñor es que se ha cansado de hablar de principios generales y ha decidido concretar, quizás para que no se pueda decir que la jerarquía apoya a un partido como el PP que ha convertido España en el paraíso del aborto, que del gaymonio sólo quiere cambiar el nombre, que ha reforzado las subvenciones a las patronales educativas en lugar de a los padres de los alumnos y que se conforma con un esquema capitalista de relaciones económicas que cierra la fronteras a los inmigrantes y que pretende competir en un universo capitalista con salarios de ir tirando y viviendas inaccesibles.

Incluso me ha encantado, sí señor, la alusión a una coalición de los partidos que defienden la Doctrina Social de la Iglesia: es la tesis de Hispanidad.

De hecho, a monseñor Sebastián se le olvidaron algunas formaciones que sí respetan los principios no negociables del Papa: ante todo, Familia y Vida, luego el Partido Social Europeo y Solidaridad y Autogestión Internacionalista (que, por cierto, presentó el martes su candidatura en Madrid para las Municipales). Lo ideal, para que los cristianos nos libremos del chantaje del PP, consiste en no dispersar votos: una coalición que prescinda de las siglas. Sistema italiano: una serie de principios (los cuatro no-negociables): quien se quiera apuntar a ellos que lo haga y en el resto de cuestiones que haga lo que venga en gana. Ahí caben todos: izquierda y derecha, centralistas y nacionalistas, rojos y azules blancos y negros, verdes y naranjas. Un católico se sentiría cómodo votando a esa coalición y no tendría que acudir a las urnas tapándose la nariz.

Y no, no sería una coalición temática: de esos cuatro principios sale todo un ideario, el mejor de los idearios posibles a día de hoy, el ideario que no soportan los partidarios del Sistema, es decir, los progres de izquierdas y de derechas.

No conozco al tercio que cita monseñor y de la Comunión Tradicionalista y Carlista (CTC) sólo tiene mi apoyo entusiasta, más por lo de Tradicionalista que por lo de Carlista. Alternativa Española, ya lo he dicho, es el partido de Rafael López Diéguez, un católico extraño, porque no sólo está dispuesto a dar su vida por la Iglesia, sino incluso la cartera. No sólo eso: he podido comprobar que AES no es un partido de extrema derecha, sino precisamente el partido que ha limpiado de elementos ultras esa parte del espectro político. De elementos como José Luis Roberto Navarro, peligroso ultraderechista a quien tanto alaba la prensa progre, especialmente TVE y El País, porque es el abanderado de la legalización de la prostitución. O sea, un progresista de tomo y lomo.

Si López Diéguez no ha logrado esa coalición con Familia y Vida es porque este segundo partido, en mi opinión el ideario más completo de todos (no, no he participado en su elaboración, es obra de José Alberto Fernández, hoy en AES) es porque el actual presidente de Familia y Vida, Marcos Lizarbe, tiene todas las formidables virtudes y el aterrador defecto del buen maño: es un tipo preocupado por los débiles, en verdad de izquierdas… pero más terco que una mula de Teruel. Pero no lo duden: del tronco de Familia y Vida salen todas la ramas: especialmente la justicia social y las libertades públicas.

Lo que ha sido utilizado para arremeter contra monseñor Sebastián y contra la Iglesia por TVE es la Falange, arquetipo de la ultraderecha. Y es lógico. La Falange no es otra cosa que el Fascismo italiano traspasado a España. Ahora bien, como ocurrió con el Franquismo, el "fascismo español" es muy peculiar, y se distinguía del nazismo alemán y de la obra de Mussolini precisamente por estar trufado, como todo el Franquismo, por la Iglesia. Fue su fe cristiana –aunque no sé si era más devoto de la Iglesia que de su permanencia en El Pardo- fue lo que hizo del franquismo un régimen autoritario sui generis, que nada tuvo que ver con la brutalidad fascista o con la barbarie nazi. Sí, confieso que personalmente la Falange me cae mal, pero la verdad no se ha construido para agradarme a mí.

Por lo demás, el obispo de Pamplona añade que la Iglesia ni recomienda ni exige la formación de partidos confesionales. Por lo tanto, la participación de católicos en partidos no confesionales es perfectamente legítima, siempre que estos respeten la libertad de conciencia de los laicos que se comprometan en ellos. Por último, los católicos no deben participar en aquellos partidos que nieguen expresamente la existencia de una moral objetiva o que se muestren abiertamente contrarios a la libertad religiosa.

Por lo tanto, Mons. Sebastián exige que en una sociedad abierta como la que vivimos, no se trate de encajonar a la Iglesia en determinadas opciones (precisamente lo que han hecho, este martes 7, algunos medios de comunicación). "La comunión eclesial está por encima de las diferencias de partido", señala. Y por ello, añade, los pastores deben abstenerse de opinar en cuestiones que resultan opinables.

En cualquier caso, las palabras de monseñor Sebastián son escandalosas, inadmisibles. Sinceramente, creo que ¡deberíamos fusilarlo! Antes de amanecer, sin juicio previo. Eso sí: democráticamente, en el parking de la Televisión pública, la de ZP.

Eulogio López