El Tribunal Constitucional, formado por mayoría gubernamental, convierte a España en el único país de Europa con discriminación legal por razón de sexo

Decir que el hombre es más violento que la mujer es como decir que el negro es más tonto que el blanco, que la mujer es más tonta que el hombre o que el judío es más codicioso que el ario. Pero argumento tan jurídico como éste es el que ha servido al Tribunal Constitucional para declarar, eso mismo, constitucional, la Ley contra la Violencia de Género, para ratificar, tal y como indica norma tan exitosa, que si el hombre es el que pega merece mayor pena que si se trata de la mujer.

De esta forma, la ideología feminista adquiere rango de ley, y España se convierte en el primer país europeo que otorga rango de ley a la discriminación legal por razón de sexo.

El TC también asegura que es más frecuente que un hombre maltrate físicamente a una mujer que una mujer a un hombre. Aunque esto fuera cierto -y no sabemos si lo es, dada la descarada manipulación de cifras al respecto- estaríamos señalando una obviedad: cuando surge el conflicto en la pareja, cuando el matrimonio se convierte en una pugna, cada uno de los miembros del binomio echa mano de aquellas armas donde posee más fuerza sobre el enemigo: en el caso del varón, la fuerza bruta. Y en todo aso, y aún prescindiendo de la violencia psíquica, donde la mujer no es inferior al hombre, si es el varón quien delinque más, castígale más veces, pero no con más intensidad. Lo que no se puede hacer es una ley injusta.

Naturalmente, la ley tratada por el intérprete constitucional ha supuesto un sonoro fracaso: la violencia de género va en aumento en España, con unos tribunales controlados por feministas que condenan el divorcio, la custodia y el patrimonio a la mujer por el sólo hecho de alegar violencia de género, y con una jurisprudencia que declaró inocente a un mujer en Toledo que asesinó a su marido con 14 puñaladas, llevada por un miedo invencible (la homicida, no el muerto). Es decir que, o cambiamos las leyes o cambiamos los tribunales.

Sobre todo, porque el fallo del TC se apoya en una premisa absolutamente falsa, como es la de que la violencia de género, la nada al estrellato por el Gobierno socialista y su prensa afín, es la mayor de las violencias -no bélicas- que se producen en el mundo. No, la mayor violencia que se produce hoy en día en todo el mundo tiene como protagonista principal a la mujer, cuando aborta su hijo, inocente e indefenso, por lo general para tener una vida más cómoda.