Si me atreviera a decir que los asesinos que colocaron las bombas en Boston, ¿recuerdan hace unos meses no son en realidad unos criminales sino unos simples "interruptores voluntarios de la vida" ¿se me podría acusar de cínico, de hipócrita o de utilizar indebidamente un lenguaje políticamente correcto consagrado por la ideología de género y el radicalismo izquierdista
Pues me voy a atrever a decirlo: estos asesinos no son más que simples "interruptores voluntarios" de la vida humana, como lo son sus congéneres los islamistas que colocan cada día bombas en los barrios más populosos de los propios países islámicos, como lo han sido y son los terroristas de ETA que guardan las armas por si un día tienen la ocurrencia de volver a usarlas y, en definitiva, todo el que mata una vida humana.
Y resulta curioso: a nadie se le ha ocurrido tener compasión de estos asesinos ni tampoco justificar sus crímenes en nombre de la libertad individual que tienen para cometerlos.
¿Es libre el ser humano para matar a otro ser humano
Según los códigos penales del mundo entero, incluidos los islámicos, nadie tiene libertad para matar. Y, sin embargo, la modernidad, que ha perdido muchas de sus referencias éticas y que, incluso, ha tomado la decisión de ignorar cuando no pervertir los derechos humanos, justifica la "interrupción voluntaria" del embarazo no solo como una expresión de la libertad individual de la madre sino como señal inequívoca del progreso humano (!).
Así hemos podido llegar en nuestro país y en otros países considerados "avanzados" -es decir, los que gozan de mayor nivel de vida- a considerar la interrupción voluntaria del embarazo -de la vida- como "una legítima expresión de libertad individual que debe reconocerse y ser protegida como un verdadero derecho humano", dicho sea con las mismas palabras empleadas por el beato Juan Pablo II en su encíclica "Evangelium vitae".
Pedro García