El problema de España es que tiene muy mala prensa. Me lo dice el responsable de análisis de una importante entidad financiera: España es hoy, en Europa, el mercado a evitar.

Él mismo confiesa que es injusto, poco que ver con la realidad, pero el miedo es libre y en el irracional mundo de la Bolsa la imagen crea la realidad. No lo duden: España tiene mala fama; su deuda pública y privada, sus empresas, también.

Mi interlocutor va más allá: en términos empresariales, España tiene un problema de riesgo corporativo. Con ese eufemismo, los analistas se refieren a aquellas compañías cuyo equipo directivo está compuesto por una panda de inútiles. Zapatero, en efecto, tiene un problema de imagen. La opinión general sobre su capacidad para gestionar la crisis está dividida: algunos piensan que es un inútil y otros sospechan que es un demente. Pero todos coinciden en algo: miente más que Pinocho.

El problema es que el relevo no presagia nada bueno, porque la mayoría también desconfía de la capacidad del líder de la oposición, Mariano Rajoy. Los intermediarios financieros le toman por un don Tancredo acomodaticio cuyos diagnósticos resultan más acertados que sus terapias. En las bolsas, a don Mariano siempre se le imaginan fumándose un puro.

Parece que hay consenso de mercado: nuestros problemas no son ni nuestras empresas, ni nuestros banqueros, sino nuestros políticos. Lo malo es que resulta muy difícil lanzarles una OPA.

Y pese a nuestro riesgo corporativo, les deseo un día de lo más alegre.

Eulogio López

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