No sé si usted, Sr. Director, pero yo sí y de la misma manera que muchos ciudadanos con los que hablo, tenemos la sensación de vivir en el país de las prohibiciones.
Aquellos de nuestros políticos que más se llenan la boca hablando de libertad son los que nos están prohibiendo casi todo, nos están coartando la libertad. Así, no podemos llamar matrimonio al matrimonio entre un hombre y una mujer, no se permite nacer a aquellos humanos que sus madres no les quieren, no nos permiten fumar, no nos dejan escoger escuela para nuestros hijos -quieren retirar el concierto a les escuelas diferenciadas aún teniendo mejores resultados-, no nos dejan objetar, por si fuera poco con nuestro dinero se construyen autopistas -vías rápidas y seguras- en las que no podremos pasar de 110 Km/h. y toda una retaila más de prohibiciones.
No les parece que debemos decirles: ¡por favor no nos protejan, dejen nos vivir! Todo eso pasa porque el lema del Gobierno son las prohibiciones. Una tras otra se acumulan con sorprendente perseverancia. Han conseguido enfadar a todo el país. A golpe de ocurrencia surgen normas del consejo de ministros que concitan, cada una de ellas, el rechazo de una buena parte de la sociedad. La última es tan increíble como real. Ahora quieren que circulemos a 110 kilómetros por hora por las autopistas de peaje. La excusa es que quieren ahorrar energía cuando sólo la adaptación de las señales tendrá un coste de 250.000 euros, por lo que tengo la impresión de que el motivo es un desaforado afán recaudatorio por la vía de las multas.
Los españoles sufrimos el afán prohibicionista de un Gobierno ineficaz, que sólo busca medidas efectistas para recaudar dinero o remontar en las encuestas. Así nos va.
Domingo Martínez Madrid