Sr. Director:
Le escribo desde la Argentina, desde la ciudad de Buenos Aires, adonde hemos vivido por varias generaciones, y adonde hoy sufrimos también la discriminación por ser católicos, pese a ser la mayoría. La "silenciosa" que le dicen. Compruebo, con horror y simpatía a la vez, que allí en la Península, también se cuecen habas.
Me da la impresión - porque al tema viene - que la no inclusión de Dios y la religión Católica, ni como comentario, en la constitución europea, es simplemente una victoria y a la vez, una vindicta, de los enemigos de la Fe.
A la vez, no me extraña, porque tal como lo sé y me vienen los recuerdos, se esté o no con Franco, se esté o no con la Monarquía o lo que se quiera, lo que es inamovible es que España puso a tascar el freno a la Rusia marxista y atea en el momento exacto, y los otros países de Europa, esa que hoy se florea de rica y progresista, gozan hoy de una libertad y de unas ínfulas que nacieron del filo de una espada que ni portaron ni envainaron. Porque por supuesto que no es verdad que los "aliados" liberaran algo.
Y aunque les pese, fue esa Iglesia Católica que hoy hipócritamente critican, la que hizo de frontón, la que puso su sangre y sus mártires, la que fundamentó espiritualmente esa lucha, que por lo que se ve, ni terminó. Lo que no tuvo la Iglesia, y no es de lamentar, es a Hollywood.
No tengo compromiso con España, más que por el eterno fluir de esa sangre que uno cree que en algún remoto lugar y de extraña forma, lo condiciona a uno, pero debo ser honesto y decir que soy argentino ciento por ciento, y que seguramente de derechos carezco para afirmar lo que afirmo. Que sirva entonces, ojalá, como reflexión.
Mario Belmonte
El aviador
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