Cuestión de coherencia, imaginamos. España vendió a bombo y platillo la retirada de las tropas de Iraq. Incluso en sus reflexiones tunecinas Zapatero se permitió recomendar a sus aliados que imitasen el ejemplo español. Pero en paralelo, la diplomacia española ha tratado de ganarse a los molestos Estados Unidos. Y eso explica la participación española en la peligrosa misión de Afganistán y en el Líbano.
Pues bien, aunque salimos de Iraq, el gobierno aprobó en su Consejo de Ministros del pasado 29 de diciembre la contribución voluntaria de España al Fondo Fiduciario para la Misión de Entrenamiento de la OTAN para Iraq por importe de 399.000 euros. El fondo fue creado por el Consejo Atlántico el 24 de noviembre de 2004 en desarrollo de la decisión de los Jefes de Estado y de Gobierno de los países de la OTAN de lanzar una misión de entrenamiento y formación de las Fuerzas de Seguridad iraquíes, en su reunión de Estambul de 28 de junio de 2004.
El Fondo permite financiar la asistencia de personal de las nuevas fuerzas de seguridad iraquíes a cursos de formación de la OTAN. España participa en el control de la gestión del proyecto a través de sus representantes en la Junta Superior de Recursos, el Comité Militar de la OTAN y el Consejo Atlántico, explica José Antonio Alonso. ¿Cuál es la diferencia entre esto y mantener las tropas en la zona.