El Gobierno Zapatero está muerto pero el cadáver da coces. El Partido Popular es la esperanza del cambio pero no sabemos hacia dónde. Juan Carlos I lucha a brazo partido para evitar que su nuera, doña Letizia Ortíz, apoyada de forma pasiva por su esposo, el Príncipe heredero, le obligue a abdicar. No me cabe duda: este país se está poniendo interesante.
Mientras, SM la Reina de España, se empeña en acudir –'again'- a las reuniones del Club Bildelberg, otro de los instrumentos, uno más, del Nuevo Orden Mundial. Le acompaña Dolores de Cospedal, que no es mujer de principios pero sí de poderes. Otra que aspira, no a ser vicepresidenta con Rajoy, sino a convertirse en la primera mujer presidenta del Gobierno de España.
Pero lo mejor de la semana ha llegado de la mano de Valeriano Gómez, ministro de Trabajo, y su parto de los montes: la reforma laboral, que ha nacido muerta. Gómez hizo la apología de la negociación laboral. Aseguró que no es el Estado quien decide los salarios sino el diálogo social entre empresarios y sindicatos. La negociación lo es todo para Valerio: decide los contratos, los despidos, las retribuciones, la flexibilidad… lo decide todo. El sindicalista que participó en una huelga general contra la política económica se convertía, días después, en miembro de ese Gobierno: resultaba fácil prever el resultado.
Hombre no: la negociación entre patronos y centrales no debería decidir nada. Es la ley la que marca las reglas del juego en una democracia, leyes justas, y tu trabajo, querido Valeriano, consiste en hacer leyes. Eso es el Estado de Derecho, lo otro es el Estado de Diálogo social, el Estado de negociación permanente.
Además, que mentira más gorda has dicho: claro que el Gobierno decide los salarios, porque decide cuál es el salario mínimo interprofesional. Por cierto, una miseria en España: 670 euros brutos al mes por una jornada semanal de 40 horas.
Ese salario puede resultar muy socialista –en cuanto reparto de la miseria-, pero resulta poco católico. El Gobierno, decía, cifra el salario mínimo y éste induce el resto de retribuciones. Por ejemplo, si el Ejecutivo decidiera subir el salario mínimo a 1.000 euros mensuales, toda la escala salarial se dispararía al alza. Y eso sería algo bonísimo, no sólo para el conjunto de los españoles sino para la economía española, aquejada de depresión.
Valeriano, prenda, en el Estado de Derecho el Gobierno promulga derecho, no promociona el diálogo social entre la CEOE y CCOO y UGT. Eso es el Estado de Diálogo o de negociación permanente y tiene tintes de Estado corporativo, eso que tanto criticabas del Franquismo.
Un alcalde batasuno para un centenar de asesinados. San Sebastián es una ciudad donde ETA ha asesinado a un centenar de personas; ahora tendrá un alcalde proetarra. El PSOE preparó la legislación de Bildu según el método habitual de control de la justicia en una democracia nominal: nombra a la persona adecuada y no tendrá que preocuparse de manipular: él lo hará solito. Nombra a Cándido Conde-Pumpido fiscal general del Estado y conseguirás legalizar a Bildu.
¿Y para qué quieren Zapatero y Rubalcaba, dos enemigos que caminan en la misma dirección, legalizar a Bildu? Porque el objetivo de ambos, sobre todo, ahora, del candidato, consiste en llegar a las elecciones de 2012 con la vitola de la pacificación de Euskadi y gracias a los votos de los nacionalistas vascos, que no en vano ha sido el PNV quien ha posibilitado un alcalde proetarra en San Sebastián.
Por cierto, Bildu ha tenido éxito porque muchos defensores de los asesinos les han votado. Entonces, ¿Bildu debía haber sido ilegalizado? Por supuesto que sí. La vieja pregunta de Aristóteles, la que condiciona todo la política mundial actual –reparen en lo que está ocurriendo en el mundo musulmán-: ¿Qué es democracia, lo que preserva la democracia o lo que votan los demócratas? Pues es lo primero. Desde Hitler y Stalin, hasta nuestra época, con Argelia, Hugo Chávez o el turco Erdogan, muchos dictadores han llegado al poder y se han mantenido en él por procedimientos democráticos de manipulación de la ciudadanía desde arriba.
¿Se debe, por tanto, cerrar el paso a un partido o a una doctrina que destruya los derechos y libertades a pesar de que gane en las urnas? Sí, se puede y se debe. Lo que ocurre es el que relativismo es la mayor chorrada del modernismo.
Los políticos se equivocan… dice el político profesional López Aguilar. En plena etapa felipista, los grandes banqueros financiaron la llamada Operación Roca, el Partido Reformista Democrático, liderado por el nacionalista catalán Miqel Roca, quien, tras el fracaso en las urnas, se volvió a CIU y dejó tirado a Antonio Garrigues. Roca era un político profesional y prefirió atender a una empresa instalada, CIU, aunque circunscrita al ámbito catalán, que a una empresa ruinosa, como el PRD, aunque aspirara a la gobernanza nacional.
En aquel entonces, el fracaso de los banqueros fue resumido así por un humilde Emilio Botín López, entonces presidente del Banco Santander, padre de quien le sucedió en el cargo: "Los banqueros se han equivocado". Una muestra de humildad cántabra manifestada en tercera persona del plural, que significaba esto: Todos los banqueros, menos yo, han metido la pata.
El ex ministro de ZP, Juan Fernando López Aguilar, uno de los adalides de la cristofobia zapateril, ha sentenciado de igual forma para tratar de explicar el movimiento 15-M, secuestrado ya, indefectiblemente, por antisistemas de ultraizquierda y okupas varios: "Los políticos no escuchan la voz de la calle". Ya saben, en tercera persona, y dicho por uno de los políticos profesionales de este país, que, como Zapatero, como Rubalcaba, como Rajoy, como Cospedal, han vivido casi siempre de un salario público, que es lo que les aleja de la calle a la que dicen escuchar. Sencillamente, en el mundo privado, Zapatero, López Aguilar o Rubalcaba tendrían mal acomodo. Rajoy y Cospedal algo mejor, por sus oposiciones (registrador de la propiedad y abogada del Estado respectivamente) aunque sin ninguna experiencia.
El 15-M, un movimiento noble degenerado en 48 horas, se apunta ahora a las listas abiertas, cuando, si quiere terminar con la corrupción y el ideal político de servicio al bien común, por lo que tendría que luchar es por estos dos objetivos: límite de mandato máximo de mandato de ocho años para cualquier cargo político y reducción traumática de salarios públicos. Para retribuir a la mayoría de estos cargos políticos, el salario mínimo se ofrece como la solución idónea. (Además, si cobraran el SMI, los políticos se preocuparían mucho de que no fuera tan mínimo). ¿Un diputado, un senador, un consejero autonómico o un concejal cobrando el salario mínimo? ¿Por qué no?
No molestes al IV Reich, no molestes a Merkel. Que la canciller alemana Angela Merkel no sirve para liderar Europa ya no es noticia porque no es nuevo: lo sabe todo el mundo. Merkel no piensa en los 500 millones de europeos, sino en aprovecharse de ellos para que los alemanes vivan mejor y manden más. Ya ni se preocupa de mantener el duopolio de mando con Nicolás Sarkozy: ahora sólo le preocupa Obama, otro interesado en que Europa se hunda, a mayor gloria de los Estados Unidos.
Pero lo de los pepinos ya ha sido demasiado. Alemania acusa a España sin pruebas y ahora resulta que la causante de la bacteria asesina ha sido la soja alemana. Pues dice Merkel que ellos lo han hecho muy bien. Al parecer, el resto de Europa vive para servir al IV Reich. El sueño de los padres fundadores de la UE –Schuman, de Gasperi, Adenauer- era la solidaridad europea. Natural: eran cristianos y sabían que Europa no es entendible sin el Cristianismo que la forjó, que conlleva la alianza entre pudientes e impecunes. Por el contrario, Merkel busca la supremacía alemana sobre el resto del continente, sobre los 26 países restantes, a través de sus multinacionales y de su poder financiero, en una economía especulativa que está arruinando a sus competidores. Por eso, tantos países se están apartando de Bruselas.
ZP no, porque ZP no tiene proyecto ni para España ni para Europa, salvo sus iluminaciones progresistas. Por eso, a pesar del grave daño provocado por los alemanes a la agricultura española, el Ejecutivo prefiere no retar a Alemania y recoger la limosna que le ofrezca Bruselas.
Eulogio López
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