El precitado Anuario Económico que analiza la evolución de la población y la riqueza en las distintas regiones y provincias españolas sigue ofreciendo las mismas conclusiones, año tras añ España es un país de grandes desigualdades económicas, tanto demográficas como económicas.

La riqueza española se concentra en el Valle del Ebro y en el Levante, lo que hacía concluir al profesor López Quintana que los dos ejes de la riqueza española se cruzaban en Tarragona. Es decir, España con un nordeste rico (a lo que habría que sumar Madrid) y un sudoeste (Extremadura y Andalucía, principalmente) pobre, aunque si de pobreza hablamos habría que sumar a Castilla y León y Castilla-La Mancha.

La riqueza corre paralela a la vitalidad demográfica. Por ejemplo, en Castilla y León existen seis provincias entre las nueve donde menos crece, o incluso decrece, la población. La urbanización no ha terminado, al igual que el proceso de desertización rural. Es más, se está produciendo un nuevo fenómen las ciudades próximas a las grandes urbes multiplican su población en muy pocos años. Ejemplo típico de esto es Guadalajara. Eso sí, España casi triplica a la Europa de los Quince en número de bares y restaurantes. Lo cual, sin duda, es muy positivo porque coadyuva el crecimiento económico y porque, como diría Chesterton, la civilización cristiana se compone de tres elementos: Iglesia, escuela y taberna.