En el escándalo de las escuchas atribuidas a la NSA norteamericana, es conveniente separar las noticias que se refieren a la deseable colaboración entre los servicios secretos de países aliados, con intereses de seguridad comunes -caso de las relaciones entre el CNI y la NSA-, del supuesto espionaje indiscriminado a las comunicaciones de ciudadanos y dirigentes, protegidos por los derechos fundamentales.
España ha pedido explicaciones a Washington, que está obligado a responder con la máxima lealtad.
JD Mez Madrid