Lo bueno de Estados Unidos es que las cartas están siempre boca arriba. A veces son cartas venenosas, pero esa es otra cuestión. Lo que quiero decir es que a ningún candidato a la Presidencia norteamericana puede permitirse el lenguaje de circunloquios propio de la política española.

Verbigracia: en España no es que el PSOE esté en contra de la energía nuclear, sólo que está obligado a abrir un debate social sobre el asunto, que es lo que los políticos hacen cuando no quieren tomar decisiones arriesgadas. En el caso de los políticos españoles, siempre. Por su parte, el PP, cuyos líderes tampoco han sido elegidos en esa maravilla de la democracia llamada elecciones primarias, no dicen ni sí ni no, sino todo lo contrario, no vaya a ser que alguien les acuse de que Aznar tampoco movió pieza.

En Estados Unidos, por contra, los mensajes tienen que ser muy claros, lo suficiente para que juzguen los votantes, no los peritos y, también, porque ya se sabe que las cuestiones importantes son sencillas y complejas mientras las chorradas son simples y complicadas. Así que, en lo que respecta al problema energético, lo tienen muy claro: McCain promete construir 45 reactores nucleares en 20 años, mientras Obama, que cada semana sube la cifra, propone emplear 150.000 millones de dólares en energías renovables (y muchos más que va a necesitar para poder atender la demanda).

Eso es hablar claro y, además, obliga a los norteamericanos a preocuparse por los pros y los contras de cada propuesta, amén de exigir más explicaciones a los candidatos.

¿Por qué no harán lo mismo en España?

Eulogio López