En efecto, según los datos manejados por el periódico norteamericano, desde que se reintrodujo la pena de muerte, hace 35 años, 129 personas que habían sido condenadas a la pena capital han sido puestas en libertad tras probar su inocencia. Y aunque se han intentado fijar criterios con el fin de evitar errores y resultar más equitativos, el periódico sostiene que la reforma del sistema es casi imposible.
Por otro lado, el historial de ejecuciones demuestra que en los casos de pena de muerte todavía permanecen vigentes ciertos prejuicios raciales, clasistas o políticos, lo que hace aún más inmoral este recurso. Por ejemplo, dos tercios de las sentencias de muerte han sido dictadas en estados del sur, donde persisten trazas de discriminación y racismo.
El editorial es contestado en las páginas del mismo diario por el comentarista habitual Ross Douthat, que admite los fallos de la justicia norteamericana, pero insiste en que no se limitan a los casos de pena capital. A su juicio, si algún día se suprime la pena de muerte en EE.UU., no será porque electores y políticos "no quieran matar a culpables, sino más bien porque tengan miedo de ejecutar a inocentes".
El 10 de octubre se conmemora el día europeo contra la pena de muerte. En el fondo, se trata de presionar a los Estados Unidos ya que es el quinto país del mundo en ejecuciones, muy por detrás de China, Irán, Corea del Norte y Yemen. Pero lo cierto es que, desde su reintroducción en 1976, como consecuencia de una decisión del Tribunal Supremo, ha habido un total de 1.254 ejecuciones, la mayoría de hombres negros.
Varias señales indican que el país camina hacia la abolición de la pena de muerte, pero es probable que lleve mucho tiempo. Las ejecuciones se reducen de año en año. Y una pena que es menos visible es una pena que desaparece, como decía Michel Foucault.
Clemente Ferrerclementeferrer3@gmail.com