La actriz británica Emma Beck con 30 años de edad, abortó, luego se ahorcó, aliviándose al dejar a sus parientes una patética carta: La vida es un infierno para mí, yo nunca debería haber abortado, habría sido una buena madre. Quiero estar con mi bebé, necesita de mí, más que nadie.

 

Las diversas investigaciones han concluido que el aborto voluntario produce secuelas en el cerebro. Los especialistas atinan cada vez más con las secuelas psicopatológicas originadas por el aborto. Así se refleja en las monografías exhibidas en la mesa redonda: Embarazo, su interrupción y salud mental, durante el último Congreso de la Asociación Española de Bioética y Ética Médica.

Por otra parte resaltan, especialmente alarmantes, las noticias de la tasa de defunciones por suicidio que se alzan, en el caso de adolescentes que resolvieron abortar, a cerca de 35 por cada 100.000, proporción tres veces mayor a la de las mujeres en edad reproductiva que no abortaron, según una investigación divulgada en Finlandia y que analiza un periodo de seis años. El mismo testimonio alegó el Catedrático de Psicopatología de la Universidad CEU-San Pablo, Aquilino Polaino, que juzgó de alarmantes los corolarios del estudio del Royal College of Psychyatrists que declara que el aborto multiplica por tres la incidencia del suicidio en las mujeres.

La institución abortista más significativa del universo, la Federación Internacional de Planificación Familiar de Estados Unidos, ha aseverado que la incidencia del trauma post-aborto, para jóvenes de abortos quirúrgicos, puede llegar a alcanzar hasta el 91% de los casos.

Las mujeres que abortan, miran con indiferencia la muerte de sus propios hijos. Vivimos en una cultura de la muerte, que nos rodea con un egoísmo feroz y ningún respeto por la vida humana de un ser nonato, inocente e indefenso.

El doctor Nathanson, adelantado defensor del aborto en los Estados Unidos, incluido el de su propio hijo, afirma afligido: La Humanidad hoy se arrepiente de la esclavitud de ayer, y pronto se avergonzará del crimen del aborto.

Clemente Ferrer

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