Ella no, su participación de control en la constructora FCC, la primera del país en servicios, toda vez que los franceses de Vivendi ya han dejado claro que quieren vender. Candidatos, tres: Acciona, Ferrovial y Sacyr Vallehermoso.
Todo ello pendiente de que la familia política (es decir, los Oreja y sus sobrinos, los Mayor Oreja), que doña Esther tiene en su empresa, suban o bajen tras las próximas elecciones del 14-M.
Aquí se mezclan varios sentimientos. Los de Esther Koplowitz que pretende continuar con la empresa de su padre, a pesar de que su hermana Alicia, metida a inversora-especuladora, le pase por los morros eso de "me estoy forrando de rentista, hermanita". Esther no quiere vender su paquete, quiere seguir teniendo algo que ver en una futura FCC ampliada.
De otra, los directivos de FCC, que desean que les compren alguien que no les lamine. Por ejemplo, Acciona y Ferrovial les laminarían, Sacyr Vallehermoso, quizás, menos.
Por último, las tres hijas de Esther Koplowitz, que no sienten vocación alguna por la empresa y preferirían vender y hacer liquidez.
Enfrente, los postores. Los Entrecanales ya tienen el 8%, pero entraron por la puerta de atrás y eso no gustó a Esther. Además, tienen liquidez para comprar FCC a precio de oro.
La verdad es que los resultados de Ferrovial en 2003 han resultado mejor de lo esperado, pero Rafael del Pino no tiene liquidez como para comprar mañana FCC. Pero podría hacerlo. Lo que no acepta es compartir el mando con Esther Koplowitz.
Queda Sacyr Vallehermoso, cuya liquidez no le permite comprar el paquete de Esther, pero que opta por una fusión. Y, precisamente por eso, puede que el conglomerado de Luis del Rivero sea el que se lleve el gato al agua.
En cualquier caso, el asunto FCC vuelve a poner sobre la mesa que las mejores empresas son las empresa familiares. Sólo tienen un problema: la sucesión.