Una expatriada mexicana, Josefa Martínez, está luchando contra el estigma letal que sufre. Se ha trocado en un clamor para sensibilizar al mundo sobre la prevención del virus de inmunodeficiencia adquirida (VHI).

Cuando hace trece años le diagnosticaron la lacra mortal, se movilizó para que, asimismo, le realizaran el análisis a su cónyuge y a los tres retoños. Supo que su esposo y su chiquilla de cuatro años también habían pillado el contagio que desencadena la letal lacra del sida.

Su consorte había transferido la ponzoña a Josefa y ella a su niña por medio de una transfusión de plasma, durante una intervención quirúrgica.

Pasó varios meses atendiendo a su marido e hija, aunque era poco lo que lograba ejecutar ya que el padecimiento estaba muy desarrollado. El esposo y el hijo fenecieron.

Retiene con angustia que a su unigénita no deseaban cuidarla en los sanatorios de México porque afirmaban que, al acogerla, podían adquirir el sida: "Enfermeras y médicos no la quisieron ni tocar", dijo.

En la actualidad, en los Estados Unidos, existen 1,2 millones de mortales que vegetan con el VIH/SIDA, de los cuales, 200 mil son latinos.

Josefa se ha convertido en la guardiana de la vida. "En este año electoral, tenemos que aprovechar para votar a políticos que estén comprometidos con la defensa de la vida", concluyó.

Clemente Ferrer Roselló

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